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Las extremidades inferiores eran más débiles cada día, la pobre temía caerse, y su angustia aumentaba al considerar que sus enfermeras no podrían sostenerla. Acudí a relevar a mi tía, esperando que la anciana segura de mi vigor, se mostrara más decidida y animosa, pero todo fué inútil. no sabes llevarme. , tía. No, déjame.... Voy mejor con Pepa. Insistí, rogué, supliqué.... ¡En vano!

Le expliqué el carácter de Oliverio, su repugnancia absoluta por el matrimonio. Insistí sobre su creencia quizás poco razonable, pero sin réplica, de que haría infeliz a cualquier mujer, no sólo a una determinada, sino a todas sin excepción. Así trataba yo de atenuar lo que de hiriente podía tener su resistencia. Lo hace cuestión de probidad dije a Magdalena, como último argumento.

Todas estas contestaciones habían sido pronunciadas con una intención maligna; comprendí que existía un misterio terrible entre aquella mujer y la pobre Amparo, y no insistí. La dejé ir. Había concebido el pensamiento de apelar a la ley para poner en claro la procedencia de Amparo. Y como si hubiese comprendido mi pensamiento, aquella mujer me arrojó al salir una insolente mirada de desafío.

Se refieren a personas a quienes la señora de Jansien favorece con su benevolencia. ¿Mi mujer?... La señora de Jansien favorece... La señora de Grevillois y su hija Luciana. El hombre abrió los ojos con asombro. ¿Grevillois? ¿Luciana? No las conozco... Yo insistí: Su señora de usted recibe a esas personas, y creí... Pregunte usted a mi mujer... Yo no nada.

El artista flamenco aún estaba en la casa. Insistí en querer verlo. Una mujer del pueblo, pobremente vestida, su esposa, según dijo, me introdujo en el dormitorio, que era, por cierto, un cuartucho bien oscuro y estrecho. Primo, despertado violentamente por su mujer, no me conoció al pronto; no tardó en caer. Le expliqué el asunto con alguna timidez.

Pero no deja de ser arriesgado. No me voy sin darles una lección insistí. Sarto vaciló. Pues bien dijo, no es lo más acertado, pero se ha conducido usted bien y hay que complacerle. Después de todo, si caemos nos habremos ahorrado una porción de disgustos y cavilaciones. Yo le diré a usted cómo sorprenderlos.

Apuntó la idea de vender la casa, y retirarse a Mayvill, para vivir allí en el campo tranquilamente con la señora Percival, pero yo insistí en que esperara, al menos por ahora.

»Temiendo perder lo ganado, pero resuelta a que quedara donde fuera fructificando bien, no insistí en que llegáramos a un acuerdo terminante, aunque hablé un buen rato todavía y con no mala fortuna; pues o me engañaban mucho las señales, o el espectro se iba humanizando poco a poco.

Respecto a lo que había afirmado acerca de mis sentimientos y los móviles que me habían impulsado para dirigir mis obsequios a Gloria, insistí con firmeza en lo que había dicho, pero sin alterarme.

Vamos, muchacho dije a Lotario; no puedes devolverle la vida. Vamos a tu casa, y, si quieres, pasaré la noche a tu lado. No vale la pena, mi tío respondió. Me llamaba tío desde que habíamos convenido en ello una vez, bromeando. Y su semblante duro y cerrado parecía preguntar: «¿Por qué me incomodas en mi dolorTal vez tengamos que hablar de intereses insistí. El no dijo una palabra.