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Luego que doña Luz dejaba esto como sentado y evidente, se preguntaba también: «¿Y yo qué he hecho para inspirar esta pasión? ¿Qué culpa adquiero de que él me ame? ¿Hasta qué punto he dado y sigo dando pábulo a su afecto?». La contestación que doña Luz se daba era contradictoria y confusa. Ora se condenaba; ora se absolvía.

La duquesa se calló, no encontrando por el pronto otra contestación mejor que el silencio. Alentado con este silencio, el rey añadió: Vos misma conocéis la razón con que me quejo. Lerma es demasiado receloso, demasiado, y no qué motivo pueda tener para desconfiar de la reina, para impedirme mi libre trato con ella.

«Habiéndome dicho el señor conde de Mengis que un sobrino suyo al pasar por Heidelberg se enteró de que usted estaba en esa ciudad le escribo esta carta confiando en que será más afortunada que las anteriores cuya contestación aguardo todavía. »¿Qué es lo que le pasa, Amaury? Hace cerca de dos meses que nada de usted.

El mundo es grande, y, gracias a su bondad, ahora ganarme la vida honradamente. ¡Adiós! ¿No quiere usted aceptar mi mano?... Sea. ¡Adiós! Y dio media vuelta para marcharse. Pero, cuando llegó a la puerta, retrocedió de repente, y alzando entre ambas manos la encanecida cabeza del anciano, la besó unas y más veces con efusión. ¡Carlos! No hubo contestación. ¡Carlos!

Le había escrito a la estancia del señor Molina sin recibir contestación; entregó una carta, el ultimátum, a Raquel, suplicándole que la hiciera llegar a manos de Adriana; por fin, la víspera de ese viernes, Charito González le dio la seguridad de que ella vendría expresamente de la estancia. Subió Muñoz la escalera de la casa con emoción indescriptible.

Y no recibiendo contestación, dió un golpe a la puerta con su poderosa pierna de cíclope, e hizo saltar el pestillo con estrépito. El cuarto estaba en tinieblas. ¡Ventura, Ventura! gritó. Nadie contestó. Sacó con mano trémula una cerilla, y paseó una mirada de loco por la habitación. Su esposa estaba en camisa acurrucada en un rincón, pálida, desencajada. Gonzalo no detuvo los ojos en ella.

Por lo que más quieras en este mundo, por la salvación de tu alma, concédeme una entrevista. Necesito hablarte. Si esta tarde ya no puede ser, ven mañana por la mañana a casa de Jacoba. Tuyo, Luis.» ¡Tuyo! ¡tuyo! murmuró con amarga sonrisa. Has sido mío, , pero has cambiado de dueño. Te costará caro. ¿Llevo contestación, señorita?

, lo sospecho fue su contestación clara y sin vacilación. Usted conoce su historia, señor Greenwood; usted sabe que él llevaba a todas partes un objeto guardado en una bolsita de gamuza, objeto que era su más precioso tesoro. El señor Leighton me ha dicho que se ha perdido. Desgraciadamente es así repliqué.

Ahora añadió el tío Merlín, que firme ese señor; después que vea por ónde nos mete mano. Y retozándole la risa en los labios, salió del concejo entre la algazara y los aplausos de sus convecinos. Aquel mismo día se presentó el alcalde con este documento al forastero, diciéndole, al entregársele, con tono y expresión de triunfo: Aquí está mi contestación.

EL MORENO 1070 es pobre mi pensamiento, es escasa mi razón, mas pa dar contestación mi inorancia no se arredra: también da chispas la piedra si la golpia el eslabón. 1071 Y le daré una respuesta sigún mis pocos alcances: forman un canto en la tierra el dolor de tanta madre, el gemir de los que mueren y el llorar de los que nacen.