United States or Guyana ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cuando parte de esta historia fue contada, al joven le faltó poco para que se le saltaran las lágrimas. La tierna criatura sin más amparo que su madre pobre, la aflicción de esta al verse abandonada, eran en verdad un cuadro tristísimo que partía el corazón. ¿Por qué no le citó ante los tribunales? Es lo que debía haber hecho. A estos tunantes hay que tratarles a la baqueta.

Espérate un poco, hija. Mujer tan desgraciada no creo que haya nacido. Ni más mala tampoco. Sobre eso hay mucho que decir. No es maldad lo que hay en ella, es falta de ideas morales. Si no ha visto nunca más que malos ejemplos; ¡si ha vivido siempre con tunantes...! Yo pongo en su lugar a la mujer más perfecta, a ver lo que hacía. No, no es lo que crees.

Pude observarle bien, porque no me miraba: sus ojos exploraban con avidez los contornos de la prisión. ¡Puercos, tunantes! exclamó con irritación y sin mirarme, como si hablase consigo mismo. ¡Mire V. que estar un hombre ayer toda la tarde, espera que te espera, para salir al fin con que no era posible verlos!

Al enterarse de tales cosas, el arcipreste se amorataba de furor. ¡Fariseos, escribas! rebufaba . ¡Y luego nos llamarán a nosotros hipócritas! ¡Miren ustedes qué recato, qué decoro y qué vergüenza les ha entrado a los incircuncisos de Cebre! Como si el que más y el que menos de ese atajo de tunantes no tuviese hechos méritos para ir a presidio... y al palo, señor, ¡al palo!

Así, pongo por caso, cuando los evangelistas van escribiendo en unas tablillas lo que pasa y unos judíos tunantes vienen por detrás haciendo muchas muecas y contorsiones y les roban los estilos, los evangelistas, resignados y tristes, abren entonces los brazos y se ponen en cruz. Las trompetas resuenan otra vez para dar el pasillo por terminado.

Me importa mucho repliqué en tono más alto aún . Ustedes llevan a esta joven secuestrada. Ustedes son unos secuestradores. Suelten ustedes a esa joven, tunantes. Algunos transeúntes ya habían acudido al escuchar mis voces. Vamos, apártese usted me dijo el hombre desconocido, tratando de echarse sobre .

Sospechaba quizás que en su ausencia los tunantes hablaban de otro asunto, y se alejó con ánimo de volver y aproximarse cautelosa. «Y aquel hombre... ¿quién erapreguntó el Delfín que sentía el ardor de una curiosidad febril. ii

¡Míralos cómo bajan la cabeza esos malditos! ¡Si nos tuvieran entre sus uñas ya estarían más contentos los muy arrastrados! ¡Gritad ahora viva Carlos Séptimo, tunantes! Pero con quien más se ensañó el furor popular fue con María. Ni su juventud, ni su belleza, ni su debilidad fueron parte a librarla de feroces y asquerosos insultos. ¿Quién es la mujer que viene entre ellos?

Mas ¿qué pensará el senescal de nuestra llaneza? Pues os bendecirá cuando sepa que venís á limpiar la comarca de esos tunantes uniformados que la devastan. ¡Á caballo, señores! Y vos, maese, aquí tenéis unas monedas de oro; si algo sobra, tenédselo en cuenta al primer caballero necesitado que por aquí aporte.

Con esta reflexión me siento inclinado a perdonar las apostasías; pero, como mi espíritu es una perpetua contradicción, reflexiono en seguida otra cosa y condeno duramente a los apóstatas y volubles. Los sospecho de interesados y de tunantes. Recelo que no cambian de buena fe, sino porque quieren estar encima y hacer su agosto. En fin, ¿para qué hablar más? Soy incapaz para la política.