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Después de sufrir Schack los exámenes jurídicos necesarios para actuar como abogado, ejerció esta carrera en Prusia, en los tribunales de Berlín. En el año de 1839 tuvo la fortuna, ansiada por él con extremo, de renunciar al manejo de los autos, que tan odioso le era, y satisfacer sus deseos vehementes de recorrer el mundo.

Hacía cuatro meses que la administración Lubimoff le enviaba carta tras carta, reclamando el pago de su enorme deuda. La última nota del apoderado era amenazante, en vista de su silencio. Anunciaba una acción ejecutiva ante los tribunales. La administración guardaba muchas cartas de ella dando las gracias á la princesa por sus bondades.

Sin necesidades ni aspiraciones, nacen, viven y mueren aquellos seres, yendo muchos de ellos á dormir el sueño eterno, sin conocer de la madre España más que los colores de su bandera, suponiendo, y suponer es, que la tengan todos los tribunales. En cuanto á entender el español en aquellos pueblos, sería tanto como hablarles en caldeo ó en hebreo.

Confieso francamente que, cuando veo que hay en Europa gobiernos que especulan con loterías, casas de juego, bolsas y otras instituciones análogas, no comprendo la razón que tengan para perseguir á los bribones por medio de la policía y los tribunales . Es curioso observar que en Báden el juego les está prohibido á los ciudadanos del Estado, y solo está al alcance de los extranjeros.

Estas conferencias quedaron interrumpidas por haber, el 5 de Abril, recibido cartas de Isabelo Artacho y de su Abogado, reclamándome 200,000 pesos de la indemnización, parte que le correspondía percibir como Secretario del Interior que había sido en el Gobierno Filipino de Biak-na-bató, amenazándome llevar ante los Tribunales de Hong kong, si no me conformaba con sus exigencias.

¿No es ésta la opinión de todos los aquí reunidos? continuaba Simón volviéndose hacia los campesinos, que abrían inmensamente los ojos y le escuchaban admirados. ¿No es tiempo ya de que pasemos de las palabras a los actos?... Puesto que la Administración quiere ser con nosotros equitativa, no nos queda más que dirigirnos a los tribunales... Que todos aquellos que sean de mi parecer levanten la mano.

Allí se describen pirámides mas grandes que las de Egipto; y hazañas de aquellos gigantes que vencieron a las fieras; y batallas de gigantes y hombres; y dioses que pasan por el viento echando semillas de pueblos sobre el mundo; y robos de princesas que pusieron a los pueblos a pelear hasta morir; y peleas de pecho a pecho, con bravura que no parece de hombres; y la defensa de las ciudades viciosas contra los hombres fuertes que venían de las tierras del Norte; y la vida variada, simpática y trabajadora de sus circos y templos, de sus canales y talleres, de sus tribunales y mercados.

Pues, señor, ahí va D. Francisco hacia la casa del señor aquél, que, á juzgar por los términos aflictivos de la carta, debía de estar á punto de caer, con toda su elegancia y sus tés, en los tribunales, y de exponer á la burla y á la deshonra un nombre respetable. Por el camino sintió el tacaño que le tiraban de la capa. Volvióse... ¿y quién creéis que era?

¿Qué he de temer? interrumpió el General impaciente; ¿no dispongo yo de poderes discrecionales? ¿no puedo hacer lo que me la gana para el mejor gobierno de estas islas? ¿Qué tengo que temer? ¿Puede acaso un criado acusarme ante los tribunales y pedirme responsabilidad? ¡Ca! Y aunque dispusiera de medios, tendría antes que pasar por el Ministerio, y el Ministro...

Daba a esta palabra tal acentuación, que parecía un latigazo. ¡Y luego, pretender perdón y olvido! Bastante se había hecho con evitar el escándalo, no acudiendo a los tribunales, contentándose con romper toda relación. Don Pablo Aquiles callaba, convencido de la verdad y justicia de aquellas lamentaciones.