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Ahora medítalo y responde á mi pregunta: ¿quieres ser muñeco? La Princesa tenía unos desplantes de sacerdotisa antigua, que cautivaron más á Pacorrito. «Quiero ser muñecoafirmó el granuja con aplomo. Y al punto la Princesa trazó unos endiablados signos en el espacio, pronunciando palabrotas que Pacorro no sabia si eran latín, chino ó caldeo, pero que de seguro serían tirolés.

Yo estoy seguro de que si el amenísimo Gustavo Le Bon, después de estudiar concienzudamente «el alma» de los pueblos asirio y caldeo, y de buscar en Herodoto, y de aprenderse de memoria páginas de Suetonio y de Salustio, se hubiese tomado el trabajo de frecuentar durante dos ó tres temporadas los bastidores de un teatro, hubiera podido aljofarar con muchos y muy nuevos y curiosos «puntos de vista» su famoso libro «Psicología de las multitudes».

Y vos, Señor Egipcio, de presumir es que en un buey tributais homenage al que os ha dado los bueyes. Eso es, dixo el Egipcio. El pez Oanes, continuó, le debe ceder á aquel que formó la mar y los peces. Estamos conformes, dixo el Caldeo. El Indio y el Catayés reconocen igualmente que vosotros, añadió, un principio primitivo.

Valiente animal es vuestro Brama comparado con Apis, dixo el Egipcio; ¿qué cosas tan portentosas ha hecho ese Brama? El bracman le replicó: ha enseñado á los hombres á leer y escribir, y la tierra le debe el juego de axedrez. Estais equivocado, dixo un Caldeo que á su lado estaba; el pez Oanes es el autor de tan señalados beneficios, y á él solo se le debe de justicia tributar homenage.

Además de esto, ningún rey, príncipe, ni señor, preguntó cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo, ni caldeo. 12 Por esto el rey con ira y con gran enojo, mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. 13 Y se publicó el mandamiento y los sabios eran llevados a la muerte y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.

Si el ataque era violento, no fueron, por cierto, menos violentas y apasionadas las réplicas de los partidarios del atacado . Francisco López de Aguilar, presbítero y caballero de la orden de San Juan, y Alonso Sánchez, catedrático de griego, hebreo y caldeo de la universidad de Alcalá, contestaron al libelo contra Lope con otro titulado Expostulatio Spongiae, en el cual agobian á su ídolo con las más exageradas alabanzas.

Sin necesidades ni aspiraciones, nacen, viven y mueren aquellos seres, yendo muchos de ellos á dormir el sueño eterno, sin conocer de la madre España más que los colores de su bandera, suponiendo, y suponer es, que la tengan todos los tribunales. En cuanto á entender el español en aquellos pueblos, sería tanto como hablarles en caldeo ó en hebreo.