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¡Cállate, bobo! gritó al fin desesperado el joven que quería salir del apuro trasformándolo en querella. ¡A ver, Juanito, si me resuelves la cuestion! preguntó entonces el catedrático á Pelaez. Pelaez, que era uno de sus favoritos, se levantó lentamente no sin dar antes un codazo á Plácido Penitente, que era el que le seguía por orden de lista. El codazo quería decir: ¡Atencion y apúntame!

¡Tun, tun, tun! no es eso; ¡te digo dominus vobiscum y me contestas requiescat in pace! Y el buen catedrático repitió la pregunta en lengua de tienda insertando cosas y abás á cada momento.

Dentro de quince días es la fiesta del profesor de Historia Natural... Sabes que es muy barbian, que no pone nunca faltas ni pregunta la leccion. Chico, ¡hay que ser agradecidos! ¡Es verdad! Pues ¿no te parece que debemos festejarle? La orquesta no ha de ser menos que la que le llevasteis al catedrático de Física. ¡Es verdad! ¿Qué te parece si ponemos la contribucion á dos pesos?

No se extrañe tampoco la ausencia en ella de diversos gases que generalmente existen en disolución en las aguas minerales salinas, pues siendo la temperatura del manantial casi igual á la de la ebullición según datos proporcionados al digno catedrático de farmacia D. Fernando Benítez, se comprende que á dicha temperatura se hayan desprendido los que pudiera haber contenido en disolución.

Los representantes de la autoridad no le dejaban aproximarse al gentleman; pero aunque le permitieran atender á su alimentación, ¿qué podía hacer un catedrático de tan escasa fortuna como era la suya?

A Francisca Cortés, mujer de Miguel Cortés, alias Capalt. El Reverendo P. M. Fr. Francisco Truyol, Prior que fue del Convento de San Augustín. El P. Fr. Rafael Barceló, Franciscano, Catedrático de Teología en esta Universidad. El Padre Fray Pedro Gelabert, Lector de Teología en San Francisco de Paula. A Violante Martí, Viuda de Onofre Cortés.

Perezoso tambien, seguro tu no sabe la leccion, ¿ja? El P. Millon no solo tuteaba á todos los estudiantes como buen fraile, sino les hablaba ademas en lengua de tienda, práctica que aprendió del catedrático de Cánones. Si el Reverendo quería con ello rebajar á los alumnos ó á los sagrados decretos de los concilios es cuestion no resuelta todavía apesar de lo mucho que sobre ello se ha discutido.

Su instinto femenil le hacía presentir algo malo en el retraso de su marido. Por la tarde, cuando la visitó, como de costumbre, su antiguo enamorado el catedrático, los dos hablaron lentamente, con palabras medidas, pero entendiéndose con los ojos durante los largos intervalos de silencio.

Otras veces le acometían inquietudes convulsivas de sabandija y retorcimientos de sibila, según la materia y el modo de explicarla el catedrático, y en tales casos tomaba notas taquigráficas, agitando fieramente el pupitre. Los estudiantes le estimaban, le respetaban y se aleccionaban con él.

El licenciado Juan de Costa, catedrático en la universidad de Salamanca, decia: «que despues de cotejar detenidamente una i otra obra, vino en conocimiento de que Orta solo dibujó las primeras líneas, y que Acosta puso las vivas colores; pues puso en perfeccion lo que él habia comenzado