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Mientras espera ocasión favorable para realizar su propósito, se abandona á los excesos más indignos, que ya desde antes le halagaron, y que han sido la causa principal de la pérdida de su salud. Ha concebido una pasión violenta por la bella Doña Violante; pero ésta, prometida á otro, rechaza con desprecio sus proposiciones, induciéndole á emplear la fuerza para conseguir el logro de sus deseos.

El argumento de la fábula es, en pocas palabras, el siguiente: Dos caballeros españoles, amigos, Don Jerónimo y Don Pedro, se encuentran tras larga separación en Zaragoza, en cuya ciudad se celebraban diversas fiestas, para solemnizar la vuelta á España de Carlos V. Don Jerónimo dice á su amigo, en confianza, que una dama, llamada Doña Violante, ha inflamado su corazón con un amor ardiente; pero que los celos le atormentan, sospechando, por algunos indicios, la existencia de un rival, que también la ama; finalmente, ruega á Don Pedro que le ayude á descubrirlo.

En el curso de ella, á ruegos de Don Mendo y con su apoyo, solicita el viejo Lope el indulto de su hijo. Este vuelve á la casa paterna, y el amor enlaza pronto su corazón con el de Violante; pero la índole aviesa del joven Lope no se refrena por esto, sino, al contrario, se manifiesta sin tardanza tal cual es, en pendencias y en todo linaje de excesos.

Violante Forteza, mujer de Rafael José Cortés, alias filoa, negociante; natural y vecina de esta Ciudad, de edad cincuenta y tres años; reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; leyósele su sentencia con méritos, fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta, impenitente negativa.

Don Lope le da un puñal, con que se hiere al entregárselo , y al verlo en las manos de Don Mendo, se ve acometido de una vaga inquietud que lo llena de confusión. Doña Violante, después que Don Lope se ausenta, manifiesta la impresión que ha hecho en ella salteador tan compasivo. La fábula se muestra ya trazada magistralmente, y excita sobremanera la atención para averiguar lo que sigue.

Nuestra familia, y la vuestra, porque en ella acabáis de entrar, se componía hace cuatro años: de mi padre Ignacio Soldevilla, coronel de infantería española, encanecido en los combates, de mi madre doña Violante de Saavedra, hija de un mayorazgo de la montaña, y de .

El capitán Don Gabriel de Herrera tiene relaciones amorosas con Doña Violante, valenciana distinguida, á la que abandona después por encaminarse á Madrid á solicitar el perdón del Rey, por haber matado á otro en un desafío mientras vivió en Flandes.

Le salvaré. ¡Hola, doña Violante! ¡Doña Violante! Acudió una doncella. Mi manto, al momento; que pongan una carroza. La doncella salió. ¡Cómo, madre mía, vos!... ¿Vais á ir?... ; , yo en persona casa del duque de Lerma. ¿Pero no sería mejor que él viniese?... No; no... quiero verle al momento... iré. Pero, toma esas joyas... y la carroza tarda... La nuestra... ¡Ah! ¿tenéis carroza?...

Algunos meses antes de este suceso, del que el cronista, testigo presencial, dice con ingenua conmiseración, que era piedad ver una cosa tan nueva en Teruel, algunos meses antes, decíamos, el 30 de Agosto de 1485, habían sido también quemados en la plaza del Mercado, Berenguer Rám; Gonzalvo Royz, mayor; su hijo Gil de Gil Royz, y Violante de Santangel, su muger.

Jerónimo de Balbastro, Capuchino. A Violante Forteza, mujer de Rafael José Cortés, alias Filoa. El Doctor Raimundo Llinás, Rector de Santa Eulalia &c. El Reverendo P. M. José Artigues, Dominico &c. El P. Fr. Antonio Miralles, de S. Francisco de Asís &c. A Isabel Aguiló, mujer de Pedro Juan Aguiló de Pedro Juan. El Doctor Miguel Amer, Presbítero &c.