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Violante Forteza, mujer de Rafael José Cortés, alias filoa, negociante; natural y vecina de esta Ciudad, de edad cincuenta y tres años; reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa; leyósele su sentencia con méritos, fue relajada al brazo seglar con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta, impenitente negativa.

Francisco José Terongí, soltero, hijo de Rafael José Terongí, alias jelós y Francisca Terongí su mujer, ambos difuntos, de oficio negociante, natural y vecino de esta Ciudad, reconciliado por este Santo Oficio el año pasado de 1679, ausente fugitivo; salió al auto en estátua con insignias de relajado; leyósele su sentencia con méritos, fue relajado al brazo seglar con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapso, convicto y contumaz e impenitente.

Agustín Cortés de Alfonso, alias formatge, negociante de oficio; natural y vecino de esta Ciudad, reconciliado por este Santo Oficio el año pasado de 1679, ausente fugitivo; salió al Auto en estátua con insignias de relajado y leída su sentencia con méritos fue relajado a la Justicia y brazo seglar, con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapso, convicto, contumaz e impenitente.

Puede llamarse novela naturalista a Madame Bovary; pero no cabe duda de que Flaubert vivió y murió romántico impenitente, y nadie negará, por de contado, que La Tentación de San Antonio es obra de un desenfrenado idealismo, y que Salambó pinta un mundo tan convencional y tan falso como el de cualquiera otra de las novelas con pretensión de históricas.

Jerónimo Tomás Terongí, hermano de dicho Francisco, de oficio estudiante, natural y vecino de esta Ciudad, reconciliado por este Santo Oficio el año pasado de 1679, ausente fugitivo; salió al Auto en estátua con insignias de relajado; leyósele su sentencia con méritos y fue relajado a la Justicia seglar, con confiscación de bienes por hereje, apóstata, judaizante, relapso, convicto y contumaz e impenitente.

Mientras ella gemía por la estrechez de la casa, por la orientación defectuosa de las habitaciones, todas al Norte, y la fealdad de los papeles chillones, Julieta estaba en su oficina oyendo en silencio las explicaciones de la empleada saliente, la señorita Beaudoin, solterona impenitente que se había puesto amablemente a su disposición, pero que no limitaba desgraciadamente sus buenos oficios a lo referente a los «Correos y Telégrafos» y añadía un curso variado de economía doméstica, de conveniencias mundanas y de moral de las familias, mas un compendio histórico y biográfico de Candore y sus habitantes, sin olvidar la presentación obligatoria de todos los que asomaban la nariz por la ventanilla, y Dios sabe qué desfile era aquél...

Interpretaba á su modo la Biblia, i no fué posible que se convirtiese i al fin murió impenitente i obstinado en la lei de Moisés.» I en los avisos de 9 de Agosto del mismo año, se lee tambien: «Dicen muchas cosas de aquel desventurado que se dejó quemar vivo por judaizante en el auto de Valladolid, i que se puso por nombre Júdas el creyente

Aquel hombre venía de los precipicios del Deva, y resultó ser el famoso don Recaredo, de quien yo tenía muchas noticias por mi tío; hidalgo de rancio solar, célibe impenitente, afamado cazador de fieras, y de grande y merecido influjo en toda su comarca; bien relacionado con los hombres del ajetreo político de la capital y sucursales de ella; muy solicitado de aspirantes a la representación en Cortes del distrito, en épocas de lides electorales... y primoroso carpintero de afición, única bien arraigada que se le conocía y con la cual entretenía las soledades y holganzas de su vida en el viejo caserón que habitaba.

Y creo que el bueno del cocinero hubo de notar que había ratones en la despensa; pero no dió con el ratón. Y ya debe estar crecida y hermosa Inesita. ¡Pobre Montiño...! Hereje impenitente... pero sepamos quién es ahora el ratón de su despensa. No es ratón, sino rata y tremenda... el sargento mayor, don Juan de Guzmán.

En esto no se equivocó Tirso: los padres y la hermana se ofrecieron a su observación como realmente eran: indiferentes; Pepe, como un impenitente convencido con quien la lucha había de ser más trabajosa, porque la lucha era inevitable.