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El tercer oficial había salido de su camarote casi desnudo, restregándose los ojos soñolientos. Caragòl estaba en la popa, mostrando su abdomen bajo el revoloteo de la suelta camisa y llevándose una mano á las cejas á guisa de visera. Lo veo... lo veo perfectamente... ¡Ah, bandido! ¡hereje!

Quiero morir aquí, en la misma cama donde murió aquella santa... He vivido siempre como un hereje, sin pensar que hay otra vida, y ahora siento una luz dentro de .... Es la luz de la Gracia. Señor capellán, necesito la absolución de mis pecados para reunirme con mi mujer en el Cielo. Es menester que haga confesión de ellos.

LA JOVEN. ¡Hereje! pero seré vengada, porque ahí viene el hermano José. Por las almas que sufren en el purgatorio, hermanos, dad una limosna y Dios os lo pagará. LA JOVEN DE LAS CINTAS. Ave Maria, hermano José, tome este real y ruegue porque ese perro de majo sea destripado en la primera juerga que corra. Diga, hermano José, ¿le veré pronto?

Tienen tantas tragaderas como las ballenas.... Yo los compraría de buena gana figurados, de cera o de cartón, y harían el mismo efecto.... Calla, calla, Antonio; no empieces a soltar disparates. Cualquiera que te oyese te juzgaría un hereje, y gracias a Dios no lo eres.

Violante Martí, viuda de Onofre Cortés, de oficio botiguero; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de sesenta y un años, reconciliada y presa segunda vez por judaizante relapsa: leída su sentencia con méritos, fue relajada a la Justicia y brazo seglar con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapsa, convicta y confesa.

Miguel Forteza, alias butzeta, soltero, hijo de Rafael Forteza de Gaspar, de oficio negociante; natural y vecino de esta Ciudad, ausente fugitivo: salió al Auto en estátua con insignias de relajado: se le leyó su sentencia con méritos y fue relajado al brazo seglar, con confiscación de bienes, por hereje, apóstata, judaizante, relapso, convicto y confeso.

Compréndese, sin embargo, que las diferencias entre ambas han de ser radicales. Si el drama inglés se propone la alabanza de Isabel, en el español predomina claramente la tendencia de acumular sobre la cabeza de la Reina hereje todas las manchas de su nacimiento ilegítimo.

Nuestro Señor Jesucristo era considerado por el hereje que la escribiera como hombre. Le prodigaba mil irrisorias alabanzas, le manifestaba exagerada admiración, pero era para demostrar mejor su condición exclusivamente humana y deslizar el veneno de la impiedad con más fruto.

Bebía el señor Barinaga y en esto ya no se podía culpar de su miseria al Provisor. «Es claro, dirían los partidarios de don Fermín, todo lo gasta en aguardiente, está siempre borracho y espanta la parroquia ¿cómo se quiere que el clero consuma los géneros de un perdido... que además es un hereje? Esta era otra triste gracia.

Don Juan, avisado como estaba por Cristeta, le oyó sin hacerle caso, comprendió que su amada era incapaz de dejarse influir por una cuenta de quinientas ni de quinientas mil pesetas y, poniendo cara de hereje a la petición, negó en redondo el dinero. Tal hizo, primero por obediencia de amante, y segundo, porque si de algo se convence pronto el hombre es de que no debe dar.