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El choque de mi hijo político con los canallas que pretenden insultarle... Mire usted, Duque; si toma a mal la súplica que acabo de hacerle, se equivocará mucho... Nosotros estamos tan honrados con su estancia en nuestra casa, que nada nos ha causado tanto orgullo como esa preferencia... Mi marido la ha solicitado con empeño, y ha recibido gran alegría cuando supo que usted había aceptado su invitación... ¿Cómo puede nadie figurarse que yo no me encuentre satisfecha teniendo en mi casa a una persona tan elevada, yo que soy una pobre mujer del pueblo, hija de un marinero, nieta de un sereno, a quien toda la villa llama la Serena, como llamaron a mi madre y a mi abuela?... Verdad que si hubiera sido hace algunos años, estaría más orgullosa... Los desengaños, las tristezas, van labrando la soberbia... Pero de todos modos estoy muy contenta, y sólo el temor a los grandes disgustos que pueden venir a mis hijos, me ha obligado a dar este paso... que usted me perdonará...

En varias ocasiones ha buscado su mirada y casi solicitado su aprobación; y la deliciosa Francisca, encantadora de ingenuidad y de modestia, sonreía, decía algunas palabras sin incorrecciones, se callaba y bajaba los ojos... Hasta he notado que le sale muy bien ese juego de miradas... Qué milagrosa conversión... No he podido menos de hacérselo observar: Dime, Francisca, ¿se trata de una apuesta?

Hablando ingenuamente comprendo, que si los Portugueses estuviesen bien impuestos en sus intereses y en las razones que las apoyan en esta parte, hubieran desde luego admitido y solicitado lo mismo que nosotros hemos exigido de ellos, que es la demarcacion de los Igatimí é Ipanè, que es la mas perjudicial, y en el dia destructiva, de esta provincia: y cuando no quisieran esto, pudieran con solidísimos fundamentos repugnar dichos rios, sin que por nuestra parte se pudieran sostener.

El pozo del fox-terrier se secó, y las asperezas de la vida, que hasta entonces evitaran a Yaguaí, comenzaron para él esa misma tarde. Desde tiempo atrás, el perrito blanco había sido muy solicitado por un amigo de Cooper, hombre de selva cuyos muchos ratos perdidos se pasaban en el monte tras los tatetos.

Aresti, en sus visitas de médico, había conocido los barrios altos de la villa, el albergue de las servidoras de la prostitución. Todas eran pequeñas, flacas, de rostro aniñado, con el raquitismo de la miseria. Las había de treinta y cinco años, que se presentaban con la falda corta, la trenza en la espalda, imitando grotescamente el ceceo de la infancia. Era el género más solicitado.

Se maravilló de la violencia con que había tratado al bondadoso anciano, cuando no hacía más que emitir una opinión y dar un consejo que eran parte de su deber como médico, y que él mismo había solicitado expresamente.

Pero en el tiempo de las conferencias podrá irse aprontando, porque es creible que, cuando los Portugueses han solicitado la villa de Curuguatí para punto de reunion, vendrán con animo de solicitar muchas contestaciones, que procuraré reducir á espedientes interinos, segun lo ordena el tratado, á fin de abreviar el tiempo y los gastos. Nuestro Señor, &c. Al mismo, sobre el viage á Curuguatí.

A la larga se fatigan de oír, aunque la conversación les interese. Parecen ofenderse de haber permanecido mucho rato en silencio, y se vengan llamando «macaneador» al mismo cuya palabra han solicitado. Lo que no se entiende, lo que no gusta, ya se sabe que es «macana». Isidro empezó a apartarse de su amigo. Le dejo, Fernando; me reclama mi público. En los primeros días tenía más éxito.

A un mes de convento y de ayuno y de penitencia me han sentenciado, a más de a la demanda del perdón del rapista, que ya he solicitado, y en cuyo acto de humildad, que la Santa Inquisición se ha dignado imponerme, he sufrido cuantas insolencias pueden decirse y son imaginables, de la boca del rapista.

¿Qué es lo que es aquello? interroga el señor Colignon, solicitado por insólito revuelo y algarabía que se ha movido entre los viejos, al pie del casón. Belarmino ni siquiera vuelve la cabeza a mirar. Nada le inspira curiosidad. Pasa algún tiempo. La hermana Lucidia se acerca al rincón habitual en donde se halla Belarmino, y le entrega un papelito verdiazul, plegado. Es un telegrama.