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Estas señales y la certidumbre de que en España no se figuraron armas de linaje hasta fines del siglo XII, y muy poco después se introdujo la arquitectura ojival que se nota en la puerta y ventanaje de la torre, me hace fijar su construcción a principios del siglo XIII, tal vez por el mismo señor cuyo castillo roquero de poco más abajo de aquí, fue derribado en pena de alguna rebelión de las que solía promover por aquel tiempo la casa de Lara, extendida en muchas ramas por este valle y los inmediatos, y reprimida con mano fuerte por el Rey D. Fernando, como su nieta Isabel la Católica extinguió los bandos de Castilla en que esta torre y otras se hicieron notar.

Pero, por fortuna mía, están ahí el día de año nuevo y el de mi santo para corregir los rigores de mi presupuesto. Y la abuela es tan buena con su nieta... Al salir de misa, las de Ribert me llevaron a su casa, para darme lectura de dos nuevas epístolas.

Dentro, en aquel infierno que rugía buscando expansión, estaba el abuelo, el pobre tío Rabosa, inmóvil en su sillón. La nieta se mesaba los cabellos, acusándose como autora de todo por su descuido; la gente arremolinábase en la calle, asustada por la fuerza del incendio.

El gigante, por todo saludo, me estrechó la mano en silencio, con dos tremendas sacudidas que a poco me desarticulan el brazo por el hombro; su nieta y su hija, con los ojos empañados, me pidieron, mientras comenzaban a desliarse los abrigos, y en voz muy baja algo temblorosa, las noticias de cajón sobre el estado actual de mi tío.

Y aunque estos dos Autores no concordarán, la de Nicéforo fuera siempre dudosa; porque á Roger siendo Capitan de solos mil hombres, no me puedo persuadir que Andronico le hiciera Megaduque, y le casára con su nieta, sin haber precedido servicios. No parecerá ageno del intento, pues toda nuestra infantería fué de Almugavares, decir algo de su origen.

Débil y delicada como ella, la nieta, a quien la enlutada nodriza paseaba por el Corso bajo la vigilancia de la abuela, había vegetado algún tiempo y pasado a fuerza de cuidados y de precauciones las peligrosas etapas de la primera infancia para naufragar en el alba de la primera juventud, y con su virginal atavío de la primera comunión, la llevaron al lado de su madre, a la sombra de aquella vieja iglesia de Candore, adonde nunca había ido en vida.

Durante una semana, de cinco á siete de la tarde, el «todo París» de los tango y los tés donde simplemente se murmura habló con insistencia del casamiento de Mauricio Delfour heredero de la casa Delfour y Compañía, 250 millones de capital con la bella Odette Marsac, nieta de un parlamentario célebre y casi olvidado que había sido candidato dos veces á la presidencia de la República.

Nueva espectadora de aquellas comedias ridículas, Carmen se creyó realmente culpable y llegó a suponer que había sido grave indiscreción preguntarle a doña Rebeca si era nieta de sus abuelos. Otro día, riñendo la hija y la madre, engalladas y descompuestas, estaban ya a punto de «agarrarse», cuando Carmen, entrando en la estancia, se interpuso entre las dos con impulso bondadoso.

Cuando el abuelo supo aquella especie de venta púsose á llorar como un chiquillo. ¿Cómo? aquella nieta suya que él no dejaba ir al sol para que su cutis no se quemase, Julî la de los dedos finos y talones de color de rosa, ¿cómo? aquella joven, la más hermosa del barrio y quizás del pueblo, delante de cuyas ventanas muchos vanamente han pasado la noche tocando y cantando, ¿cómo? su única nieta, su única hija, la única alegría de sus cansados ojos, aquella que él soñaba vestida de cola, hablando el español y dándose aire con un abanico pintado como las hijas de los ricos, ¿aquella entrar á servir de criada para que la riñan y la reprendan, para echar á perder sus dedos, para que duerma en cualquiera parte y se levante de cualquiera manera?

Los que nacemos pobres no debemos permitirnos estas tonterías. Ya se ratraperá usted cuando sea viejo y rico. Entonces se dará el gusto de arruinarse por alguna muchacha que pueda ser su nieta... Y si ahora tiene usted verdadera necesidad de amor, no pierda el tiempo con nosotras: busque entre las personas «bien» que vienen en el buque.