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Ambos nos dirigimos al lugar que me habían designado, o sea, la acera de la calle de Sevilla colocada en el sitio de los recientes derribos, donde tumbado boca arriba, con la cabeza apoyada en una piedra y expuesto a los rigores del sol, vimos a un mendigo sucio y desarrapado. ¡Cómo se nos había de ocurrir que aquel hombre fuese Pelayo del Castillo!

Y te amo mas que á las hermosas flores Cuyo grato perfume nos embriaga, Mas que á la brisa que la frente halaga Del estío en los cálidos rigores. Yo te amo, por tu gracia y gentileza, Por tus ojos azules como el cielo, Por tus cabellos que cual aureo velo, Tiendes sobre tu angélica cabeza.

La primera aparición del invierno, ocurrida mientras dormimos, tiene algo de sorprendente: los viejos abetos, las rocas, cubiertas de musgo, que la víspera se adornaban de verdor y que ahora centellean llenas de escarcha, producen en el alma una tristeza indefinible. «Ha pasado otro año nos decimos , y otra vez tenemos que sufrir los rigores del tiempo antes que vuelva la primavera.» Y nos apresuramos a vestir la recia hopalanda y a encender el fuego.

Pero pronto tuvieron que quedarse en casa. Como era de esperar, el invierno volvió con todos sus rigores, riéndose a carcajadas de los incautos que se creían en plena primavera. Los pájaros se escondieron en sus agujeros y rincones.

ABIND. Jardín que adorna y viste De tantas flores bellas Amaltea: Aquí, donde tuviste Aquella primavera que hermosea, Cuando por ti pasea; Aguas, yerbas y flores, Aquí vengo a quejarme, Y no de sus rigores, Sino de un imposible mal de amores, Que ya quiere acabarme.

Las amigas de Luz y el novio de la mayor, desde la noche del baile se bebían los vientos olfateando noticias del aparecido en el salón, por supuesto que con la mejor de las intenciones; pero nada averiguaban de fundamento, aunque por la playa corrían ya las versiones más estupendas y contradictorias acerca de la procedencia y vicisitudes del novio de Luz; que por esto solo, es decir, por ser el novio de la bañista más hermosa y más visible de cuantas por allí se exhibían, tenía el triste privilegio de atraer sobre todos los rigores de la curiosidad desocupada.

Mala noche pasó el pobre boticario a vueltas con sus inútiles investigaciones mentales; peor que Leto, mucho peor; porque éste, al fin, logró encontrar en medio de sus escozores y espasmos, ya que no un calmante de ellos, un remedio para sufrir hasta con gusto sus rigores; y fue que de pronto cayó en una idea en que hasta entonces no había caído de lleno, a causa de tener la sensibilidad fuera de quicio por la fuerza de sus aprensiones extremadamente pesimistas.

El verano enviaba todos sus rigores, y en una noche de luna, la señora Moreno, con sus rasgados ojos, sonrosada y bonita como siempre, estaba sentada en la plaza disfrutando el perfumado incienso de la brisa de la montaña, y de otro incienso no tan puro ni tan inocente, pues a su lado estaban sentados el coronel Estrella y el juez Roberto Bob, y un turista recién agregado a la reunión.

Santiago de Cuba, destinada, por lo visto, á sufrir todos los rigores de las campañas militares que se libran en nuestra patria, ofrece en estos momentos el extraño aspecto de un vasto campamento, y raro es encontrar por calles y paseos un hombre que no vista de uniforme.

El día que usted ponga el pie en la senda de la vida, pero la vida real, entendámonos, el día que usted la conozca bien, con sus leyes, sus necesidades, sus rigores, sus deberes y sus cadenas, sus dificultades y sus penas, sus verdaderos dolores y sus encantos, verá usted cómo ella es sana, bella, fuerte y fecunda en virtud de sus mismas exactitudes. En cuanto a su recomendación la atenderé.