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¡Eso es, hazle frente, y después de haberle robado la honra, mátalo!... Los valientes hacen las cosas por redondo. Eres un necio y un fatuo... Si no amas la vida ahora, no mereces la dicha que has logrado... ¡Huye, huye, insensato!... El valor no consiste en despreciar la vida, sino en saberla perder á tiempo. El viento había derribado el sombrero del señorito.

Ninguna, sin embargo, ha derribado y arrojado del santuario de mi alma la venerada imagen, puesta allí sobre todo lo terrenal y caduco, de la mujer que me reveló a mismo mi ser propio: que tal vez con la virtud creadora de su amor sembró en mi espíritu el germen de todo lo bueno y de todo lo noble que he podido hacer en mi vida.

Pues derribado serás con los árboles del Edén en la tierra baja; entre los incircuncisos yacerás, con los muertos a cuchillo. 1 Y aconteció en el año duodécimo, en el mes duodécimo, al primero del mes, que vino Palabra del SE

La mula se negaba algunas veces á marchar, temiendo que el huracán la echase al suelo; pero el gaucho se agarraba á su lomo para no verse derribado igualmente por el viento y pinchaba al animal con la punta del cuchillo, obligándola así á reanudar su trote. «¡Adelante! ¡adelanteMarchaba como un sonámbulo, concentrando toda su voluntad en el deseo de llegar pronto á la tumba.

No ha muchos años existía en su antiguo estado, viéndose el pequeño patio con el jardinillo, de que habla Montalván; pero después se ha derribado, variando por completo su forma.

La testigo habrá sido engañada. Es probable que estando profundamente dormida, algun gato que andaria ocupado en sus ordinarias tareas de hurto ó caza, habrá derribado algun traste con estrepitoso fracaso.

Vió á Celinda que celebraba su broma tirando del lazo; y para no ser derribado, tuvo que marchar hacia la amazona.

Y dice que, no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída borró y deshizo todos sus designios, quiso volver a probar la mano, esperando mejor suceso que el pasado; y así, informándose del paje que llevó la carta y presente a Teresa Panza, mujer de Sancho, adónde don Quijote quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, a quien guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero, porque no fuese conocido de Sancho ni de don Quijote.

Los salvajes gritos de los mochuelos, el murmullo intermitente de las aguas y el vespertino canto de los insectos, añadían todavía mayor tristeza a la impresión de soledad que oprimía el corazón de Francisco. Desde que las confidencias de la señora Liénard habían derribado sus castillos en el aire sentíase dolorosamente desencantado.

"Mayormente, dijo, que no soy tan pobre que no tengo en mi tierra un solar de casas, que a estar ellas en pie y bien labradas, diez y seis leguas de donde nací, en aquella costanilla de Valladolid, valdrían más de docientas veces mil maravedís, según se podrían hacer grandes y buenas. Y tengo un palomar, que a no estar derribado como está, daría cada año más de docientos palominos.