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Era muy desgraciada y al decir esto acentuó con asombrosa facilidad el brillo lacrimoso de sus ojos . Tenía un novio en Berlín que ansiaba casarse con ella, pero los negocios de papá habían roto de pronto su dicha obligándola a embarcarse. ¡Qué infortunio el suyo! ¡Y ella que amaba a este novio con toda su alma!...

Un fatalismo implacable la sacudió obligándola a incorporarse, trémula, bajo aquel susto misterioso, huyendo del vuelo torpe y del canto augural. Vió entonces a Salvador, vigilante y desvelado, contemplándola con insaciables arrobos, con infinita y atenta solicitud.

Una de estas alcanzó a una mujer y la detuvo en su camino, obligándola a retirarse con la mano en un ojo. Muchos chiquillos se retiraron también berraqueando, porque el dolor les enfriaba los ánimos, dando al traste en un punto con todo su coraje. El barranco de Embajadores, que baja del Salitre, es hoy en su primera zona una calle decente.

Y, sin aguardar su respuesta, la cogí de las manos, obligándola a levantarse, y la abracé por el talle. Uno..., dos... Ahora con el izquierdo. Uno..., dos... Vuelta con el derecho. Perdíamos el compás a cada momento; pero ¡qué importa! Cada traspiés nos hacía reír alegremente. Una vez Gloria me pisó. ¡Huy, huy! exclamé, fingiendo un gran dolor . ¡Cómo pesa la carne de monja!

En una de las escenas siguientes aparece en áspera montaña, por donde va sollozando, cuando siente que se aproxima el momento del parto, obligándola á buscar un lugar de refugio.

Tardó algunos segundos en darse cuenta de su sinceridad. Eres una gran chica siguió aquél echándole un brazo al cuello y obligándola a sentarse de nuevo, y él junto a ella . Esta bofetada no la tasaría en menos de cien pesos cualquier perito inteligente. Fuerte, sonora, oportuna.... Reúne todas las condiciones que se pueden apetecer....

En la escena inmediata se nos presenta Doña Ana, novia de un galán llamado Don Diego, á la cual pretende también Don Luis, no sin hacerle ella entrever algunas esperanzas de buen éxito; visítala Doña María, y la entrega un retrato de Don Juan, suplicándola que lo guarde, obligándola á ello el miedo que le inspiran las sospechas de su hermano.

Sentía una especie de irritación sorda que no acertaba a comprender quién se la inspiraba, porque, por un extraño fenómeno que no sabía ella misma explicar, aquel Pedro Fernández, autor de la carta, causante de la ofensa, tan sólo acudía a su mente en un lugar secundario, presentándosele, más bien que como representante, como instrumento de un ser más poderoso que parecía imponerse a la orgullosa dama, obligándola a confundirse, y a humillarse, y a callar...

Un picador de su cuadrilla, el llamado Potaje, fue derribado del caballo, quedando al descubierto junto a los cuernos, y el maestro, agarrado a la cola de la fiera, tiró con hercúlea fuerza, obligándola a girar hasta que el jinete quedó a salvo. El público aplaudió entusiasmado. Al llegar la suerte de banderillas, Gallardo quedó entre barreras esperando el toque para matar.

Intentó retirarse de la ventana por miedo á los «jejenes» y otros insectos sanguinarios que, atraídos por las apetitosas carnes, empezaron á zumbar en torno á sus hombros, obligándola á repelerlos con incesantes manotazos mientras hablaba. Si ve á Watson, dígale que le he estado esperando todo el día. Con esto del duelo es imposible hablarle... Hasta mañana, y pase usted una noche tranquila.