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Y habiéndosela ya dado secretamente, veis aquí do vuelve el estudiante trasudando y turbado de muerte, y viendo a Cortado, le dijo si acaso había visto una bolsa de tales y tales señas, que, con quince escudos de oro en oro y con tres reales de a dos y tantos maravedís en cuartos y en ochavos, le faltaba, y que le dijese si la había tomado en el entretanto que con él había andado comprando.

Esto de ser maestro confitero no era cosa á que todo el mundo podía llegar, como por ejemplo, los esclavos, acerca de lo cual decían las ordenanzas: «...Que no puede ser examinado ningún esclavo, so pena de dos mil maravedís, y que le quiten la tienda, aplicada la pena, como dicho es, y el que lo examinara sea privado del oficio perpetuo de examinador

No, no; si tengo yo. Tome usted. Las cuentas claras. Tome usted. Y le entregó una pieza de dos cuartos. Sobra uno, señorito; queda en cuenta, ¿eh?, para mañana. Ya que usted es tan puntual, yo también.... ¡No, no!, de ninguna manera. Quédese usted con el otro o delo a un pobre. El cartero se fue riendo. Riéndose va de pensó Bonis ; ¡creerá que he querido comprar su silencio con dos maravedís!

Falta, para dejar completa la plantilla, consignar que el alcaide de Cárcel cobra maravedís 12.000, que el fiel ejecutor disfruta de un sueldo de 6.000, y que cada regidor y no olvidemos que son diez y siete percibe por sus respectivas barbas, 600.

-Dénsele todos cinco y cuartillo -dijo don Quijote-, que no está en un cuartillo más a menos la monta desta notable desgracia; y acabe presto maese Pedro, que se hace hora de cenar, y yo tengo ciertos barruntos de hambre. -Por esta figura -dijo maese Pedro- que está sin narices y un ojo menos, que es de la hermosa Melisendra, quiero, y me pongo en lo justo, dos reales y doce maravedís.

D. Cristóbal de Rojas y Sandoval atendió tambien muy particularmente á la continuacion de la obra; la catedral en su tiempo gozó para la Fábrica de cierto aumento en las rentas de pan y maravedís, llamadas escusados, que pagaban las parroquias desde el año 1487 á proporcion de los diezmos de cada una.

LEONOR. ¿Trajiste lo que te dije? RUIZ. Aquí está; por un jarope que no vale seis cornados ... LEONOR. El precio nada te importe. Toma esa cadena . RUIZ. Judío al fin. LEONOR. No te enojes. RUIZ. Diez maravedís de plata me llevó el Iscariote. LEONOR. Vete ya, Ruiz. RUIZ. ¿Os quedáis sola aquí? No, que me ahorquen primero... LEONOR. Quiero estar sola. RUIZ. Si os empeñáis... Buenas noches.

Tasaron los señores del Consejo Real este libro intitulado: Relación historial de los indios que llaman Chiquitos en la provincia del Paraguay, á seis maravedís cada pliego como más largamente consta de su original, despachado en el oficio de D. Baltasar de San Pedro Acevedo, escribano de Cámara del Rey nuestro señor y del Gobierno de su Consejo, en Madrid á nueve de Septiembre de mil setecientos veintiséis años.

Así, por ejemplo, en las corrídas de toros celebradas en la plaza de San Francisco el lunes 16 de Septiembre de 1647, gastó el cabildo Catedral 294 reales y medio, siendo algunas de las partidas del tenor siguiente: «De seis arrobas y una cuarta de nieve á 20 reales y 20 maravedises De veinte y dos libras de anís, canelones y ciruelas de Génova 100 maravedís. De tortas y vino, 20

E porque estos prestidos que podian ser en número de cien cuentos, no bastaban á los gastos continos que se recrecian en la guerra, acordó vender alguna cantidad de maravedís de sus rentas para que los oviesen por juro de heredad cualesquier personas que los querian comprar, dando diez mil maravedís por un millar.