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Así tambien en la de Pacajes y Chumbilvicas, en donde quitaron las vidas á sus corregidores, Castillo y Sugastegui, cometiendo otros excesos, que indicaban el vasto proyecto, que con mucho tiempo y precaucion iban meditando, para sacudir el yugo.

Ha, bien veo que ha de ser destruida Persepolis. Preocupado con esta idea pasó al campo de los Indios, donde, conforme á lo que se le habia pronosticado, le recibiéron con tanto agasajo como en el de los Persas, y donde presenció los mismos excesos que le habian llenado de horror.

Yo no quiero que pase aquí lo que en Francia, donde á causa de los excesos de la Revolución, la libertad ha muerto para siempre. Eso es música, amigo, música. Esa es la verdad. ¿Pero es posible que mis amigos, los individuos de ese club, que han predicado el uso de los derechos adquiridos como único medio de llegar á la libertad...? No lo puedo creer.

Manuel, en defensa de las comedias, impreso en el año de 1672: «¿Quién ha casado lo delicadísimo de la traza, dice, con lo verosímil de los sucesos? Es una tela tan delicada que se rompe al hacerla, porque el peligro de lo muy sutil es la inverosimilitud. Alargue la imaginación los ojos á todos sus argumentos, y los verá tan igualmente manifestados, que anden litigando los excesos.

No se dejó en el tintero sus propias aventurillas, o más bien pinitos amorosos, ni los disgustos que por tales excesos tuvo con maridos escamones o hermanos susceptibles. De las resultas, había tenido también su duelo correspondiente, ¡vaya! con padrinos, condiciones, elección de armas, dimes y diretes, y, por fin, choque de sables, terminando todo en fraternal almuerzo.

Porque si su sobrinito no anduviese haciéndole la rosca, la chica se daría con un canto en los pechos por atrapar a su tío... Pero ya se ve, a usted no hay que tocarle el sobrinito, porque en seguida se pone hecho una víbora... Pues sépalo usted, que todo el mundo lo dice, que ha sido y es un calavera perdido... y que si vino tan malo a este pueblo, no ha sido por enfermedad que Dios le haya dado, sino por los excesos de comer y beber, y de otras cosas...

Debo cumplir con él, y también con mi cualidad de cristiano.... Porque en medio de mis excesos yo no me he olvidado jamás de que pertenezco a una familia católica y que hoy en España nuestra clase es la encargada de velar por la religión, dando buen ejemplo como usted hace.... El medio mejor para favorecer este cambio que siento en mi corazón es casarme....

¡Dios nos tenga en su mano! exclamé yo . Y ahora se susurra que nos van a dar lo que llaman <i>libertad de la imprenta</i>, que consiste en permitir a cada uno escribir todas las maldades que quiera. Y luego hablan de vencer al francés. Los excesos de nuestros políticos dijo Ostolaza excederán con mucho a los de la revolución francesa. Acuérdese usted de lo que le digo.

Oye un día una voz celestial, acompañada de melodiosa música, que la reconviene por sus excesos. Síguese á esta exhortación dos apariciones, mostrándole una el fin horrible que la aguarda si persevera en la senda del pecado, y la otra la corona inmortal que ha de ceñir las sienes de la pecadora arrepentida.

Debió existir en aquellos siglos una competencia terrible de boato y esplendor entre las damas, pues Plinio, literato oficial de Trajano, pero austero y solemne moralista, a pesar de su adulación forzosa al gran emperador, dice en un pasaje de sus «Cartas»: «Supuesto que los hombres han mirado siempre como una obligación, dictada por la misma Naturaleza, el complacer a las damas, amarlas y servirlas, se han visto también precisados a sufrir algunos excesos en que les ha hecho caer su natural propensión a adornarse y a emplear en su servicio las mayores preciosidades de la Naturaleza»: Alude Plinio en estas palabras inmortales a las perlas que las señoras romanas usaban como castañuelas.