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Ingenua, entusiasmada con el proyecto, convencida por las razones expuestas, habló la Regenta a borbotones; como solía de tarde en tarde, y dio a los motivos expuestos por su amigo, nueva fuerza con el calor de sus poéticas ideas.

Y de rama en rama, con sus caras de ingenua malicia, sus pequeños ojos brillantes y curiosos, suspendidos de la cola mientras devoran, aun en la fuga, el sabroso y amarillo mango que la mano tenaz no suelta, millares de micos, monos, macacos, titís, que desaparecen en las profundidades del bosque, para mostrarse de nuevo en el primer clareo de la espesura.

No hay por qué sorprenderse si, bajo otros aspectos, sin hablar de su belleza delicada, no era por completo una aldeana común y poseía asomos de elegancia y un calor de alma que no eran sino los frutos naturales de sus sentimientos de pureza cultivados por el cariño. Era demasiado niña y demasiado ingenua para que su imaginación se extraviara en preguntas respecto de su padre desconocido.

Me fui porque me aburría. ¿Hablo claro?... Y cuando una persona se aburre, creo que tiene derecho a escapar, en busca de nuevas diversiones. Yo me aburro a morir en todas partes: téngame lástima. ¡Pero yo la quiero a usté con toa mi arma! exclamó el torero con una expresión dramática e ingenua que hubiese hecho reír en otro hombre.

Expresión de lástima afectuosa y aun de admiración ingenua brillaba en los ojos de doña Paulita, que en aquel momento parecía manifestarse naturalmente.

Su alma ingenua ya no pudo dudar que Adriana estaba salvada. Únicamente se asustó por la posibilidad de que Julio no llegara a tiempo. Pensó hablarle por teléfono; pero desistió, temiendo que Adriana la sorprendiera. Llamó furtivamente a Lola, la sirvienta. Oye, llevarás una carta al señor Lagos, pero que nadie te sienta salir.

No es duro, no es insultante, no es ni siquiera exclusivo, no se opone á que otros sean alabados; solo quiere participar. ¡Con qué ingenua complacencia refiere sus trabajos y aventuras! En pudiendo hablar de mismo su palabra es inextinguible. A sus alucinados ojos, su vida es poco ménos que una epopeya.

Este estudio que nosotros no estamos aún en estado de hacer, por nuestra falta de instrucción filosófica e histórica, hecho por observadores competentes, habría revelado a los ojos atónitos de la Europa un mundo nuevo en política, una lucha ingenua, franca y primitiva entre los últimos progresos del espíritu humano y los rudimentos de la vida salvaje, entre las ciudades populosas y los bosques sombríos.

En ese momento crítico de la vida en que la curiosidad ingenua, sedienta e indiscriminativa, hace su primera provisión de explicaciones sobre los hechos y las cosas del mundo, y en que toda clase de supersticiones puede penetrar en la mente y arraigar, el hogar, el ambiente y la escuela tienen un rol de primera clase.

Y lo decía con una expresión muy ingenua, había algo como una gracia en su maldad, algo imposible de describir; yo tuve un vértigo y rompí los pasajes echándolos a sus pies. Sentía su hermosura envolverme como una llamarada. ¿Sabes dónde está ella, en este momento?... Si yo quisiera... ¿Ves cómo tiemblo?