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La larga línea de defensa formaba un túnel, cortado por breves espacios descubiertos. Se iba saltando de la luz á la obscuridad y de la obscuridad á la luz con una rudeza visual que fatigaba los ojos. En los espacios abiertos el suelo era más alto. Había banquetas de tablas empotradas en los taludes para que los observadores pudiesen sacar la cabeza ó examinar el paisaje valiéndose del periscopio.

Entre el hormiguero de pequeños crustáceos que se movían en el fondo arenoso, cazando, comiendo ó batiéndose con feroz enredijo de patas, buscaban los observadores á un ser bizarro y extravagante, el paguro, apodado Bernardo el Eremita. Era una caracola que avanzaba recta como una torre sobre unas patas de cangrejo, teniendo por corona la cabellera de una anémona de mar.

Una nueva explicación del mundo empieza a ser necesaria para las inteligencias abiertas de la Europa y de la América, y la inician en el último siglo las ciencias positivas, prescindiendo del origen incognoscible de las cosas para explicar los hechos naturales por sus causas naturales; abandonando el porqué se producen, que hasta aquí ha separado a los hombres en fieles e infieles, enconados y enfurecidos recíprocamente sobre su diferente explicación a priori de los misterios del universo, para contraerse a investigar el cómo se producen, que siendo uno mismo para todos los observadores, constituye un capital común para los hombres de todas las razas, de todos los colores, los lugares y los climas, un vínculo de acercamiento recíproco para beneficio mutuo.

Una de las curiosidades mas renombradas de Francfort ha sido la calle de los Judíos, que Víctor Hugo y otros observadores han descrito con mucha energía. Hoy esa calle ha perdido mucho de su carácter particular, á virtud de demoliciones y reconstrucciones importantes, y los habitantes de ese triste barrio tienen una posicion bien distinta de la que en otro tiempo los hizo interesantes.

Sus negros ojos, fríamente observadores, giraron con indiferencia, pasando de corrido sobre el caballero legista y descansaron, por fin, sobre las facciones más placenteras de su vecina.

Si en la superficie de un círculo se le pintaban otros círculos menores, de color diferente, él veria los pequeños dentro de los grandes, pues no era posible otra cosa supuesto que veia; pero al preguntársele si el uno le parecia mayor que los otros, si distinguia los límites que separaban á los pequeños entre , él, que no habia tenido tiempo de aprender el lenguaje relativo á las nuevas sensaciones, debia de dar respuestas muy disparatadas, que los observadores tomarian quizás por la expresion de fenómenos curiosos.

¡Los fletes nuestros y nuestras pilchas mejores, serían la presa de los piquetanos que nos habían cazado como a chorlos! ¡Ahí quedaban entre sus garras hambrientas! Siempre he pensado, después, que estos procedimientos son el origen de ese odio ciego, de esa invencible antipatía que los soldados de línea sienten por las policías rurales, y que los hombres observadores no alcanzan a explicarse.

Con este motivo determinó abandonar la Córte, y retirarse á la Mota de Medina del Campo, por estar íntimamente persuadida de que en este lugar se veria libre de los observadores cortesanos, y poder desde alli escribir á la reina Isabel, su madre, noticiándola de su última resolucion, que era la de partir á la mayor brevedad á Flandes, para de esta suerte volver á ser dueña del corazon de su esposo, y destruir cuanto antes el amor que hubiera depositado en la rubia española.

¿Por qué ha emprendido la marcha? ¡Imprudente! ¿Cómo sin vela, remo ni timón, se aventuró á dejar el puerto? ¿Cuál es su punto de partida? En 1750 Ellis vió surgir una medusita sobre un pólipo, y en nuestros días, varios observadores han visto y por lo tanto la cuestión está juzgada, que es una forma de pólipo, salida de la asociación. La medusa, hablando llanamente, es un pólipo emancipado.

Era el tío Frasquito, que llegaba atropellando la consigna de no permitir la entrada en aquel recinto, apresurado y ansioso por ver lo que pasaba en el congreso femenino, luciendo una corbata vistosísima, prenda hermafrodita en que profundos observadores suelen encontrar, reflejado con frecuencia, el carácter moral del individuo.