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No, se lo he prohibido. Me ha prometido que no hablará de lo que ha jurado. Si os dice, sin embargo, alguna frase desagradable, haced como si no la oyerais; pero no creáis que llegue hasta maltrataros. Vendrá a verme, sin embargo. ¡Ah! Tiemblo ante la sola idea de encontrarme con ella. ¿Y por qué ha de ir? Para retar y castigar a la señorita. Es cierto, pero eso, ¿qué os importa?

Ya os casaréis, y ya, cual dulce tórtola Que mató el lazo o cazador mortífero Que el alto nido derribó del álamo, Lleno de sangre dejaréis el tálamo. Salen JARIFA y CELINDO. JARIFA. ¿La voz, dices, de mi bien? CELIND. Digo que le llamar. ABIND. A Jarifa siento hablar Y a Celindo oigo también. Tiemblo, la sangre me acude Al corazón.

Una noche tranquila, de hermosa luna, tuve que pasar solo cerca del sitio terrible. Aun tiemblo al recordarlo. El abismo me miraba, me atraía; mis rodillas se doblaban desobedeciendo mi esfuerzo y los tallos de los arbustos avanzaban para arrastrarme hacia la negra boca.

Tampoco... La fisonomía de aquel señor, mi conocido, se contrae; sus ojos adquieren una expresión severa que me infunde tristeza y pavor. ¿Y entonces qué se hace usted? No qué responder, vacilo y tiemblo. La condesa soltó una carcajada, dejando ver el oro de algunos de sus dientes empastados. Me arrepiento y pido perdón humildemente.

LEONOR. Estoy resuelta; ya no hay felicidad, ni la quiero, en el mundo para ; sólo morir apetezco. Acompáñame, Jimena. JIMENA. Estás temblando. LEONOR. ; tiemblo porque a ofender voy a Dios con pérfido juramento. JIMENA. ¿Qué decís? LEONOR. ¡Ay! Todavía delante de le tengo, y Dios, y el altar, y el mundo olvido cuando le veo.

No es bueno hacer mofa, señor, ¡que si fuera algún ánima ensabanada! ¡Yo tiemblo! Pablillos se retiró, y Ramiro salió a la galería. La piedra, el ambiente, la tierra herbosa del patio, todo se refrigeraba en la clara noche de luna. Ramiro se apoyó en el antepecho y levantó las pupilas. Grandes nubes iluminadas viajaban en el augusto silencio.

Dios querrá no sea preciso... Ayer habló de tomar baños. Tiemblo de pensarlo. Esto de los baños es una monserga que los médicos han inventado ahora para acabar de exprimir el jugo a los pobres enfermos. En mi tiempo no había tales baños, y por eso no había más enfermedades. Al contrario, creo que moría menos gente. Si habla de baños, te lo recomiendo, hija, ponle mala cara, como se la pongo yo.

iAyi hombre perdido! ?que teneis que tratar con semejantes huespedes? tiemblo por vos, ?porque os mira fijamente y vos a el? iAh! vedle que descubre su rostro, las cicatrices del rayo vengador estan grabadas sobre su frente, y en sus ojos brilla la inmortalidad del infierno. iLejos de aqui!... ?Cual es tu mision? Ven. ?Quien eres, espiritu desconocido? habla, responde.

«Ah, señor cura, ¡tiemblo con sólo pensarlo! ¿No es cierto que es terrible no abrigar la menor ilusión a los diez y seis años? «Hasta la vista, mi viejo cura». Dos días después de haber expedido esta epístola, que debía dar al cura la más triste idea del estado de mi alma, decidió mi tío llevarnos a paseo al monte San Miguel. Ese día había algo nefasto en el ambiente; lo presentí.

Pero, ¿a dónde iremos a parar si Pepillo sigue con esos instintos crueles y depravados? Si viera usted cómo tiemblo al pensar que el mejor día, por cualquier motivo, será, usted objeto de las iras de esa infeliz criatura. No tema usted.... Me quiere, hacemos buenas migas.... No, Rodolfo; es mi hermano, le quiero mucho, pero le conozco; no hay que fiar de ese niño....