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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Y sin embargo, García era el amigo más íntimo que tenía el señorito Tristán, su condiscípulo y un catedrático en ciernes. Su amistad databa de la Universidad. Un día en que a Tristán le tocó la conferencia, la pronunció con tal galanura que el profesor, sorprendido agradablemente, manifestó que se felicitaba de haber hallado al fin un discípulo de tan claro entendimiento y de palabra tan fácil.
Creía ahora fervorosamente en la ciencia del profesor, y al verlo predispuesto al juego y reflexionando sobre sus misterios, esperaba de él, con la simplicidad del creyente, algo milagroso, un descubrimiento genial que los enriqueciese á los dos. Por esto el pianista se levantaba antes que de costumbre, para sorprender al catedrático durante sus ocupaciones de limpieza personal.
El martes era la fiesta del Catedrático y fuimos á festejarle con una orquesta, un ramillete de flores y algunos regalos... ¡Ah, carambas! exclamó Juanito, que lo he olvidado ¡qué bruto soy! Oye, ¿y preguntó por mí? Penitente se encogió de hombros. No lo sé, pero le entregaron la lista de los festejantes. ¡Carambas!... oye, y el lunes ¿qué hubo?
El más obscuro bachiller del día sabe más gramática que Homero; el más humilde catedrático de Instituto sabe más Historia que Herodoto; y de las cosas naturales, de sus afinidades, composiciones, descomposición y cambios, sabe más que Hipócrates cualquier adocenado farmacéutico de aldea. Yo no niego esto.
El hombre todavía desconocido que en lo futuro vaya á instalarse en la Casa Blanca por cuatro años, catedrático, abogado, negociante ó agricultor, pesará sobre los destinos del mundo más que todos los gobernantes que llenan la Historia con el estrépito de la gloria guerrera. Su poder se basará en algo más permanente y sólido que la fuerza de los ejércitos.
Hay que provocar el parto, acelerarlo, o corre peligro de muerte. Tráela esta tarde; te esperaré en la Comisaría. La meteremos en la clínica de partos. Yo no estoy en ella, pero recomendaré tu socia al compañero, con grandísimo interés... Hasta la tarde, ¿eh? Tenía prisa: su catedrático le esperaba en la sala de profesores.
Luego se alejó rápidamente y salió del cementerio sin echar una mirada de curiosidad en torno suyo. Raimundo Alcázar había perdido a su madre hacía ocho o nueve meses. No había conocido a su padre, o, por mejor decir, no tenía recuerdo de él, pues desapareció de este mundo cuando sólo contaba él cuatro años. Llamábase también Raimundo, y era, al morir, catedrático de la Universidad de Sevilla.
Y se fijó en don Pedro el catedrático, porque guardaba dormida cierta prevención contra él desde les tiempos de su noviazgo. Además, le ofendía verlo en su domicilio con cierto aire de personaje noble, cuyas virtudes servían de contraste á los pecados y olvidos del dueño de la casa.
Ahí tienen ustedes el Gobierno de don Juan Manuel Rosas con facultades extraordinarias.» Una lluvia de aplausos siniestros y amenazadores ahogaba la voz del osado catedrático.
José Mateu, Catedrático de Teología en esta Universidad, de la Orden de S. Bernardo. A Isabel Bonnin, mujer de Rafael Valls mayor. El Reverendo P. Fr. Martín Canet, Lector Jubilado y Vicario Provincial de San Augustín. El P. Fr. Miguel Poquet, Lector de Filosofía en los Mínimos. El P. Gabriel Coll, Jesuita, Lector que fue de Filosofía.
Palabra del Dia
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