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Actualizado: 10 de mayo de 2025


D. Francisco Marzano, Capitan con grado de Teniente Coronel de granaderos del batallon número quinto; el Sr. D. Antonio José Escalada, Chanciller de la Real Audiencia; el Sr. D. Bernardino Rivadavia, de este vecindario; el Sr. Dr. D. Francisco Planes, Catedrático de los Reales Estudios; el Sr. Dr. D. Julian Segundo de Agüero, Cura rector mas antiguo del Sagrario de la Catedral; el Sr. Dr.

No pudiendo tolerar Leon de Castro, catedrático de hebreo en la de Salamanca, hombre envidiosisimo, que Felipe II hubiese dado á un doctor de Alcalá el cargo de dirigir la edicion de la Biblia, comenzó á clamar contra ella, poniéndole tachas, y aun diciendo que Arias Montano habia seguido en los pasajes mas importantes la leccion errada que solian darles los judíos; i que esto era en ofensa de la religion de Cristo.

El P. Fernandez, apesar de sus principios liberales, levantó la cabeza y miró lleno de sorpresa á Isagani. Era aquel joven más independiente aun de lo que él se creía; aunque le llamaba catedrático, en el fondo le trataba de igual á igual, puesto que se permitía insinuaciones. Como buen diplomático, el P. Fernandez no solo aceptó el hecho, sino que él mismo lo planteó.

Nada, hombre, nada más que estudiantes. Basilio recobró su serenidad. ¿Qué ha pasado, pues? se atrevió á preguntar. Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no lo sabía usted? ¿Dónde? ¡C ! en la Universidad. ¿Nada más que eso? ¡P ! ¿qué más quiere usted? preguntó el catedrático casi furioso; los pasquines se atribuyen á los estudiantes asociados, pero, ¡silencio!

Enemigo irreconciliable de éste era el capellán D. Juan Vigil, director espiritual de los alumnos, maestro de doctrina cristiana, y catedrático de latinidad y retórica y poética. Es persona tan notable desde varios puntos de vista, que de ella nos ocuparemos con alguna detención más adelante.

No sólo iba a clase puntualísimo y cargado de apuntes, sino que se ponía en la grada primera para mirar al profesor con cara de aprovechamiento, sin quitarle ojo, cual si fuera una novia, y aprobar con cabezadas la explicación, como diciendo: «yo también me eso y algo más». Al concluir la clase, era de los que le cortan el paso al catedrático para consultarle un punto oscuro del texto o que les resuelva una duda.

Formaban a esta sazón el Sagrado Tribunal de esta Inquisición de Mallorca: El Muy Ilustre Señor Licenciado D. José Hualte, Catedrático propietario de Digesto viejo en la Universidad de Huesca, Fiscal e Inquisidor más antiguo que fue en el Santo Oficio de la Inquisición de Cerdeña, y aquí Inquisidor Apostólico más antiguo.

El Padre de los Maestros le saluda y agradece su atención. Lo que el catedrático deseaba era volver al lado de Momaren. El entrecejo de éste y su boca tirante y desdeñosa le infundían terror. Se inclinó ante él cuando iba a entrar en su litera, y el eminente personaje le dijo con frialdad: -Me parece un buen hombre su Gentleman-Montaña, pero sin ningún sentido crítico.

Es indudable lo que dice el catedrático de economía y geografía mercantil en la tienda de Cascos: «La riqueza es una garantía de la independencia de las naciones». Si estos siete mil reales fueran míos, yo afrontaría con menos miedo mi terrible situación.

Fué catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Santo Tomás. Ocupó altos cargos administrativos. Colaboró en los principales periódicos de Manila, singularmente en el "Diario". Regresó de allá hacia 1898. Vive ahora en Alcalá de Henares. Dadme canoras aves la armonía que en cascada sonora surge del fondo de la selva umbría, cuando el naciente día fresco rocío en las campiñas llora.

Palabra del Dia

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