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Hubiera querido continuar para que Nancy se irritara contra él; era una tranquilidad y una firmeza tan exasperantes. Pero al fin y al cabo todavía no le era indiferente. La entrada de Priscila, que se precipitó diciendo: «¡Dios mío! Dios, veamos, hija, qué tiene ese vestido», le quitó a Godfrey la esperanza de una querella. Supongo que ahora debo irme le dijo a Priscila.

¡Cállate, bobo! gritó al fin desesperado el joven que quería salir del apuro trasformándolo en querella. ¡A ver, Juanito, si me resuelves la cuestion! preguntó entonces el catedrático á Pelaez. Pelaez, que era uno de sus favoritos, se levantó lentamente no sin dar antes un codazo á Plácido Penitente, que era el que le seguía por orden de lista. El codazo quería decir: ¡Atencion y apúntame!

Dirijan ustedes una mirada a su alrededor; y si esta noche tienen tiempo de observar, si se encuentran de buen humor, si no han perdido el dinero en la Bolsa o escuchado un mal discurso en la Cámara, si su amante no les ha hecho traición o su esposa no les ha armado querella, si han comido bien, en compañía de personas de ingenio o, lo que es aún mejor, de verdaderos amigos, tomen asiento en la orquesta de la Opera; dirijan sus gemelos no hacia el escenario sino hacia las galerías, al anfiteatro y sobre todo a los palcos principales. ¡Qué cuadros tan variados, cuántas escenas de comedia y, con frecuencia, hasta de drama!

Pero acaba la funcion, la inmensa multitud se dispersa, el circo queda desierto y, como por encanto, la cordialidad se restablece y los antagonismos terminan, sin que las disputas hayan tenido consecuencia alguna, sin que un bofeton ó una injuria de las que no pertenecen al vocabulario convencional del anfiteatro, haya producido realmente una sola querella. ¡Singular elasticidad de carácter que prueba todo el fondo de poética admiracion por lo fuerte, varonil y heróico, que hay en el entusiasmo de los Españoles por la tauromáquia!

Pero todos los testigos habían guardado la mayor discreción acerca del ridículo incidente del gato, y M. L'Ambert, lejos de estar desfigurado, parecía haber ganado en el cambio. Una baronesa observó que su fisonomía era más dulce desde que llevaba la nariz recta. Una vieja canonesa, dechado de malicia, preguntó al príncipe de B... si no haría bien en buscarle querella al turco.

Vamos a ver, querida Juana, tenemos apenas un cuarto de hora, y no hay tiempo para una querella y una reconciliación. ¿Quieres que empecemos por el fin? En el fondo, ya sabes que te amo. La pobre miss era incapaz de resistir a la inflexión tierna y acariciadora de aquella voz burlona de ordinario, y suspiró, mas que dijo, levantando hasta él los ojos llorosos: ¡Ay! no pido más que creerte.

Por seis ducados se apartó de la querella el herido; en diez, y en el asno y las costas, sentenciaron al Asturiano.

Pero yo le he llamado aquí para un asunto que le atañe de un modo más directo. Le acusan a usted de corruptor de una menor. EL JUEZ. Comprendo su emoción. ¡Sin embargo, hay una querella contra usted!

Diz que volvió al templo al siguiente día, y recogió la querella proveída con un decreto marginal de Como se pide: se hará justicia.

Por medio de una querella, de una riña, de una explicación, cuenta con arrojar la cizaña entre vosotros, apoderarse de Herminia y ... ¿quién sabe? ¡acaso separaros para siempre! ¿Es serio lo que usted habla? ¿Sospecha usted de la señorita Guichard? Y , ¿sospechas de tu mujer? replicó con energía Roussel.