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Vistióse don Juan los vestidos de camino que allí había traído la gitana; volviéronse las prisiones y cadenas de hierro en libertad y cadenas de oro; la tristeza de los gitanos presos, en alegría, pues otro día los dieron en fiado. Recibió el tío del muerto la promesa de dos mil ducados, que le hicieron porque bajase de la querella y perdonase a don Juan.

Hubo de descubrir éste, después de mucho tiempo, su deshonra; pero no fué hombre de los que se dan á la justa cólera, ni menos pensó en vengar el agravio con propia mano, sino que entabló querella ante escribano, y, presos la Tablante y Márquez, se les condenó á la última pena en 22 de Octubre de 1624.

En el suelo me acuesto, y en un pellejo. Pues yo , si quisieses, que hallarias Ocasion de salir dese trabajo Muy presto, sin contraste, á poca costa. Pues yo , si quisiese, que hallaria Ocasion de salir deste trabajo Muy presto, sin contraste, á poca costa. Con no mas que querer á tu ama Zara, O con dar muestras solo de querella.

SANCHO. Mal hicieron mis ojos, Pues propuso la boca su querella Y quieren darla enojos, Para que, puesta vuestra mano en ella, Diera justo castigo A un hombre poderoso, mi enemigo. REY. Esfuérzate y no llores, Que aunque en la piedad es muy propicia, Para que no lo ignores, También doy atributo a la justicia. Di quién te hizo agravio; Que quien al pobre ofende, nunca es sabio.

Hasta la víspera del día fijado para el torneo no se fijaron en la liza, pendientes de sendas lanzas, los escudos de los campeones, para que los heraldos y el público supiesen sus nombres y también para que se presentase ante los jueces de campo toda fundada querella ó protesta contra la participación de cualquiera de ellos en el torneo.

Fernando buscó un taburete para sentarse a los pies de la niña, y como si cediera a un impulso contenido y frenético, con una embriaguez de palabras ardorosas, la habló de amarla mucho y amarla siempre. Ella aturdida, hechizada, se dejó inflamar en aquel fuego divino que ya había prendido en su corazón, y respondió a la querella amorosa con una encantadora reciprocidad de promesas.

ARR. Yo te doy la palabra, y por Mahoma Te juro de querella y regalalla. NARV. Parte con Dios; que buena mujer tienes En Coín, y en Alora buen amigo. Cuando alguno tratare de enojártela, Acude a , que yo seré tu espada. ARR. Los cielos guarden tu famosa vida. Vase. NARV. Esto es mi gusto; no replique nadie. Sale NU

Entretanto, no puedo decirte cuánto sufro, creo que no hay sobre la tierra una persona más desgraciada que yo. Ciertamente, hija mía, es difícil imaginarse una desgracia más grande que la tuya. Pero si he de decirte mi modo de pensar, te la has atraído en cierto modo, porque en esta querella tu boca ha pronunciado la primer ofensa. Veamos, ¿está en el locutorio tu Lucía?

-Aun eso está por averiguar: si tiene limpias o no las manos este galán -dijo Sancho. Y, volviéndose al hombre, le dijo qué decía y respondía a la querella de aquella mujer.

He conocido un joven a quien una Comisión salida del seno de la Academia pasó a ofrecer en su misma casa el puesto de Secretario con el objeto de apagar una querella suscitada entre dos enconados e igualmente poderosos adversarios.