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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Pero, ¿qué ocurre? he aquí un ruido extraño y un tumulto inusitado. Dos sombras han pasado veloces, dos hombres han corrido, dos fuegos de cigarro se han aproximado uno a otro; se han oído dos voces exaltadas y el estruendo de una rápida querella. Los paseantes se han amontonado en un punto; mas no han encontrado a nadie.

Muestrase allá la justicia En castigar la maldad, Muestra acá la crueldad Quanto puede la injusticia. En tan amarga querella Quién detendrá los gemidos? Ellos con culpa punidos, Nosotros muertos sin ella. Bastabanos ser cautivos Sin tener mas desconciertos, Que si allá queman los muertos, Abrasan aca los vivos.

Y, al tiempo cuando el sol se va mostrando por las rosadas puertas orientales, con suspiros y acentos desiguales, voy la antigua querella renovando. Y cuando el sol, de su estrellado asiento, derechos rayos a la tierra envía, el llanto crece y doblo los gemidos. Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento, y siempre hallo, en mi mortal porfía, al cielo, sordo; a Clori, sin oídos.

Un poco molesto ya por la querella que se había buscado con su inexcusable intemperancia de lenguaje, y en la que veía que no era el suyo el mejor papel, estaba de un humor execrable y arrugaba nerviosamente la esquela tan lacónica como urgente llevada al castillo. ¿Qué diablos puede quererme? murmuraba entre dientes. Lo mejor es ir a verlo dijo sencillamente su tío.

Dejé adrede, para lo último, la cuestión del casamiento. Es cierto dije que la señora puede impedir nuestra unión mientras no cumpla su hija los veinte años...; pero añadí, sonriendo eso de exigir que vuelva a su poder traería tal vez algunos inconvenientes, sobre todo para el señor. Hay en el Juzgado una querella suscrita por Gloria, a la que no se ha dado curso hasta ahora por mi intervención.

Hubo que explicarle a don Frutos quién era Fígaro; pero aún después de enterado, Redondo, que sudaba ya de tanto discutir y gritar, vociferó diciendo, que de todas maneras, al que le desafiase, él le rompía el alma.... Pues yo dijo el ex-alcalde a la justicia me atengo... una querella criminal, la ley está terminante....

Pero mi plan hasta entonces se desenvolvía con buen éxito, y esto compensaba hasta cierto punto aquella molestia. Por fortuna, llegamos pronto a la Inspección. Allí expuse con firmeza mi querella, apoyada por Gloria, y reclamé la intervención del juez. Al mismo tiempo mandé un recado al conde del Padul por medio de Paca.

Tu mismo te has forjado tu ventura, Y yo te he visto alguna vez con ella, Pero en el imprudente poco dura. Mas si quieres salir de tu querella, Alegre, y no confuso, y consolado Dobla tu capa, y sientate sobre ella. Que tal vez suele un venturoso estado, Quando le niega sin razon la suerte, Honrar mas merecido, que alcanzado.

El andaluz, y acaso mas que todos el sevillano, es franco y chancero, pero ligero de cascos: una mala palabra, una mirada burlona, un gesto dudoso es suficiente para provocar una querella ruidosa.

La querella entre el marqués de Lara, intendente de Huamanga, y el señor López Sánchez, obispo de la diócesis, fué la piedra de escándalo de la época. Su ilustrísima, despojándose de la mansedumbre sacerdotal, dejó desbordar su bilis hasta el extremo de abofetear al escribano real que le notificaba una providencia.

Palabra del Dia

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