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Se cortó la uña despojándose de sus fuerzas taumatúrgicas y teratológicas, por obra y gracia de las tijeras de doña Agustina, que fue la piadosa Dalila de este Sansón de nuevo cuño. Doña Agustina, sobre un fondo de raso color de púrpura, para que resaltase mejor, colocó y guardó la uña como trofeo de su victoria en un passe-partout muy bonito que colocó en su alcoba.

Falta únicamente para que pueda esto llevarse á cabo, que algunos hombres benévolos, despojándose de sus intereses particulares, quieran consagrarse al desarrollo de las facultades intelectuales de estos Indios y á su educacion social, gobernándolos moral y físicamente.

Cada individuo de esta poblacion, como ya hemos dicho en otra parte, está obligado á construir él mismo, sin ayuda de otros, la casa que mas tarde ha de habitar con su familia; si llega á faltar á esta costumbre, probablemente conservada desde su estado salvage, se llena de oprobio, despojándose de la dignidad de hombre.

Estoy hecha una campesina, ¿verdad? dijo como si leyera en los ojos de Rafael el asombro por aquel cambio. La vida del campo obra estos milagros: un día un adorno, mañana otro, va una despojándose de todo lo que antes era como una parte del cuerpo. Me siento mejor así... ¿Creerá usted que hasta tengo abandonado mi tocador y allí se pierden cuantos perfumes traje?

Los soldados manejaban picos, abriendo aspilleras en la pared, cortando su borde en forma de almenas. Otros se arrodillaban ó sentaban junto á las aberturas, despojándose de la mochila para estar más desembarazados.

¡No, hombre, no! exclamó la dama riendo; y apoderándose de una de sus manos la besó en un repentino acceso de ternura .Eso es insultarme. ¿Te figuras que yo podría querer a un bruto?... Toma añadió despojándose del sombrero , pon ese sombrero con cuidado sobre la cama.

Eran personajes de vida novelesca, nacidos en palacios reales, y que, á semejanza de muchos santos que abandonaron la casa rica de sus padres para sufrir privaciones, renunciaban á todas las comodidades de su origen, despojándose de su nombre para ser un vagabundo más y conocer el áspero placer de la libertad salvaje.

Allá arriba, delante de , vieron una gran mancha de oro. Y de repente, despojándose de su cendal gaseoso, como el que deja caer una túnica de los hombros, quedaron anegados en luz, surgiendo como dos manchas negras en medio del éter azul, debajo de un sol radiante. La condesa lanzó un grito de entusiasmo.

Y despojándose de sus ropas, se arrojaba al mar. Ulises le veía descender por el centro del anillo de espumas abierto con su cuerpo. Ahora se daba cuenta de la profundidad de este mundo fantástico, compuesto de rocas vidriosas, plantas-animales y animales-piedras. El cuerpo moreno del nadador tomaba, al descender, las transparencias de la porcelana.

Durante todo ese tiempo, despojándose Ester de su propia individualidad, se convertiría en el ejemplo vivo de que podrían servirse el moralista y el predicador para encarecer sus imágenes de fragilidad femenina y de pasión pecaminosa.