Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de mayo de 2025
Despojándose de las gafas, empezó a reflexionar. ¡Era estúpido todo aquello! La chicuela ni siquiera le había dejado abrir la boca para explicarse, y le había lanzado en pleno rostro el despectivo insulto. Debía, no obstante, comprender que sólo se trataba de una broma. ¡Qué diablo de muchacha! ¡Como si verdaderamente le interesase con sus proclamas! Eso no era de su incumbencia.
La querella entre el marqués de Lara, intendente de Huamanga, y el señor López Sánchez, obispo de la diócesis, fué la piedra de escándalo de la época. Su ilustrísima, despojándose de la mansedumbre sacerdotal, dejó desbordar su bilis hasta el extremo de abofetear al escribano real que le notificaba una providencia.
Dígalo si no la familia que en este momento hace su entrada triunfal en uno de ellos y permanece en pie despojándose de los abrigos, mientras los espectadores divierten por un instante la vista de la escena y la fijan en ellos, hasta que se sientan. Son los señores de Belinchón.
Dejó la puerta entreabierta levemente, para evitar el ruido giratorio del picaporte. Una silla mantuvo su hoja apoyada con suavidad en el marco del quicio. Todavía se levantó varias veces, despojándose en cada uno de estos saltos de una parte de sus vestidos. Así aguardaría mejor. Se estiró sobre el lecho, dispuesto á permanecer en vela toda la coche si era preciso.
Fueron acudiendo a esta primera llamada los pasajeros que estaban en los cafés de la Avenida, aburridos de la espera y del calor, sin saber qué hacer en la ciudad, deseando verse cuanto antes en pleno Océano bajo la brisa del mar libre. Volvían a sus camarotes para recobrar las frescas ropas de viaje, despojándose de los vestidos trasudados.
A mediodía, una visita a los viejos amigos queridos, que esperan dulce y pacientemente y que, para recibiros, toman la sonrisa de la Joconda, se envuelven en los tules luminosos de la Concepción, o despojándose de sus ropas, ostentan las carnes deslumbrantes de Rubens.
Avanzó hasta el medio de la calle y despojándose de la montera y agitándola en la mano como si fuese á brindar la muerte de un toro profirió dirigiéndose á Demetria: Bendita sea tu sandunga, chiquita, y el cura que te puso la sal y la comadre que te cantó el ro ro y hasta el primero que te dijo ¡por ahí te pudras, serrana! ¡Bendito sea tu salero y esos negros bozales que tienes en la cara que cuando los veo me hace pío pío el alma como si tuviese escondido un ruiseñor aquí dentro!
De orilla á orilla se lanzaban miradas de odio y palabras de insulto, porque se acordaban de combates y degollaciones, de víctimas estranguladas, ahogadas, enterradas con vida; pero cuando los guerreros rojos, despojándose de su túnica parecida á la de los antiguos helenos, aparecían con la resplandeciente belleza de sus formas y al lanzarse al río para atravesarlo de unos cuantos empujes, se olvidaban del antiguo odio y hasta parecía que nos amábamos.
Jaime, despojándose del sombrero para limpiarse el sudor de la frente, se refugió bajo las arcadas de un pequeño claustro que precedía a la iglesia. Allí experimentó la misma sensación de bienestar del árabe que se acoge a un solitario morabito tras la marcha por el arenal inflamado como un horno.
¡Todos! ¿me entiende usted, don Fernando? Todos a la vez, gritando: «No queremos más engaños; no os serviremos para que esto continúe». Y don Fernando aprobaba con movimientos de cabeza. Sí, todos al mismo tiempo; así había de ser: todos, despojándose de la piel de la bestialidad resignada, única vestidura que la tradición cuidaba de mantener sobre sus hombros.
Palabra del Dia
Otros Mirando