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Sin embargo, no debo hacerme el hombre de mundo. Cuando siento un codazo, ó un aplastamiento de pecho ó de nariz, acompañado de un afectuoso pardon, monsieur, la sangre se me sube á la cabeza, y en mi cara de hiel y vinagre, deben conocer evidentemente que no soy hijo de Paris.

Había discretos cuchicheos, familiaridades de café indicadas por un movimiento o un codazo, risas instantáneamente reprimidas, aires de inteligencia, puntas de puros arrojadas al suelo con marcialidad, brazos que se unían como en confidencia tácita.

Ana logró, pues, revolverse y escudriñar con sus perspicaces ojos de gato los ámbitos del teatro todo. Dio un expresivo codazo a la Tribuna, que miró hacia donde le señalaba su amiga, y divisó a las de García en un palco platea. Fijose especialmente en Josefina, que estaba elegante y sencilla, con traje de alpaca blanca adornado de terciopelo negro.

Les costó trabajo desembarazarse de Cobo Ramírez, que había olido algo de cena y deseaba ser de la partida. Ramón dió un codazo a Castro para manifestar que no le vería con gusto en ella. Este, a quien tampoco placa el carácter desvergonzado del primogénito de Casa-Ramírez, hizo lo posible por desprenderse de él engañándole. El terror de los maridos estaba de muy mal humor.

»Porque, hermanos míos, estas palabras pueden aplicarse al virtuoso, al digno, al respetable anciano que todos lloramos... en una palabra, a Nicolás Kernok, antiguo negocianteAquí el señor Durand dio un primer codazo a Grano de Sal, que, apretándose la nariz con el pulgar y el índice, dejó escapar una especie de mugido sordo, como una risa ahogada.

¿Y ya existían Zalacaín entonces? No sólo existían, sino que eran nobles. Oye, oye dijo Tellagorri dando un codazo a Martín, que se distraía. ¿Quieren ustedes que lea lo que dice el cronista? , . Bueno. Pues dice así: «Título: De cómo murió Martín López de Zalacaín, en el año de gracia de mil cuatrocientos y doce

Cuando se aproximaban, Lucía daba un codazo a Pilar, diciéndole sin asomo de malicia: Mira... ahí vienen los pajarracos de esas amigas tuyas. La presencia de las Amézagas, como les llamaba Perico, determinaba siempre en Pilar una especie de fiebrecilla que la dejaba postrada después para dos horas.

«La Providencia le ha dicho también: Elegi, non abjeci te... te he elegido y no te he rechazado, aunque tu vida haya sido agitadaLlama agitada a aquello murmuró Durand dando un segundo codazo a Grano de Sal que le respondió con la misma energía, es decir, con otro codazo capaz de hundir dos costillas al artillero-cirujano-calafate. ¡Oh! los dos se comprendían. «..., hermanos míos, agitada.

¡Cállate, bobo! gritó al fin desesperado el joven que quería salir del apuro trasformándolo en querella. ¡A ver, Juanito, si me resuelves la cuestion! preguntó entonces el catedrático á Pelaez. Pelaez, que era uno de sus favoritos, se levantó lentamente no sin dar antes un codazo á Plácido Penitente, que era el que le seguía por orden de lista. El codazo quería decir: ¡Atencion y apúntame!

Pero su prudente esposo, considerando que Bermúdez pasaba con afectado desdén delante de aquellos vivos y flamantes colores, dio un codazo a su mujer para que entendiera que por allí se pasaba sin hacer aspavientos. Entre aquellos cuadros había una copia bastante fiel y muy discretamente comprendida del célebre cuadro de Murillo San Juan de Dios, del Hospital de incurables de Sevilla.