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Y el nombre del maestro Durand, el artillero-cirujano-calafate de a bordo, resonaba desde el puente a la cala, dominando el ruido y el tumulto inseparables de un combate tan encarnizado como el que se libraba entre la corbeta y el brick; y, en efecto, a cada andanada que enviaba, El Gavilán temblaba y crujía en su armazón, como si hubiese estado a punto de abrirse.

Eso es verdad interrumpió el artillero-cirujano-calafate , nada bebe tanto como un herido; son lo mismo que los borrachos, siempre tienen la boca seca. Y cuando estemos sin agua y sin galleta, ¿será el señor Kernok el que os dará lo que falte? Nos veremos obligados a comer nuestra carne y a beber nuestra sangre, como tendrán que hacer ellos; ¡vaya un alimento perro!

, , ya lo , maestro Durand respondió prontamente Grano de Sal que temblaba a la idea de oír al ex artillero-cirujano-calafate comenzar de nuevo el relato de sus triples hazañas ; pero eso es más fuerte que yo, y se me parte el corazón cuando pienso que aun no hace un año estaba ese pobre señor Kernok allá abajo en su granja de Treheurel y que todas las noches fumábamos una pipa con él.

«La Providencia le ha dicho también: Elegi, non abjeci te... te he elegido y no te he rechazado, aunque tu vida haya sido agitadaLlama agitada a aquello murmuró Durand dando un segundo codazo a Grano de Sal que le respondió con la misma energía, es decir, con otro codazo capaz de hundir dos costillas al artillero-cirujano-calafate. ¡Oh! los dos se comprendían. «..., hermanos míos, agitada.

Quería decir una combustión instantánea, solución exacta y verdadera de la muerte de Kernok, dada por un médico de Quimper, hombre muy entendido, al que se había enviado a buscar un poco demasiado tarde. ¿Y eso no le hace temblar, señor Durand? dijo Grano de Sal que veía con pena al ex artillero-cirujano-calafate tomar la misma dirección que su difunto capitán.

Y además, por pasar el tiempo. Pero no podrá usted dejar de confesar que infundía respeto en su banco de encina, con sus guantes blancos y su pechera, el día de la fiesta de la parroquia de San Juan. Yo prefería verle en el puente, con un hacha en la mano y su bocina en la otra respondió el ex artillero-cirujano-calafate llenando su vaso.