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Miranda reclamó un rigodón, y para colmo de dicha y victoria, las Amézagas se reconcomían mirando de reojo el espejillo, dije que sólo brillaba sobre dos faldas: la de Pilar y la de la sueca.

En mis juventudes no nos pagábamos de tales extravagancias; buenos brillantes, bonitas perlas, algún corazón de rubíes.... ¡ah! también usábamos los camafeos; pero era un capricho precioso... se grababa en ellos el retrato de uno mismo... o alguna virgen, algún santo. Reinó breve silencio; las Amézagas no se atrevían a replicar, subyugadas por el señorío de aquella autorizadísima voz.

No, si aseguran que su padre es un banquero riquísimo de la Habana.... , , tiene más ingenios que ingenio pronunció Pilar repitiendo un chiste que todo el invierno había rodado por Madrid a propósito de las Amézagas. Ello no cabe duda que los pájaros son un adorno bien extraño.... Yo también tengo uno en un sombrero. , en una toca; pero es diferente.

Cuando se aproximaban, Lucía daba un codazo a Pilar, diciéndole sin asomo de malicia: Mira... ahí vienen los pajarracos de esas amigas tuyas. La presencia de las Amézagas, como les llamaba Perico, determinaba siempre en Pilar una especie de fiebrecilla que la dejaba postrada después para dos horas.

Mire usted, condesa dijo Pilar al cabo, satisfecha de hallar un motivo para desesperar a las Amézagas , lo bonito, es ese agujón de Luisa. Luisa sacó de su moño el clavo de oro, con cabeza de amatista, constelada de diamantes chiquititos. Otro igual tenía ayer la sueca explicó al ponerlo en manos de la condesa . Llevaba todo el juego: pendientes, collar de bolas de amatista y el agujón.

Las Amézagas vinieron a despedirse de ella y a darle el último mal rato de la temporada; a seguir a Lucía su inclinación, las recibiría en el saloncito bajo, disculpando a Pilar; pero ésta se empeñó en que subiesen a su aposento, y preciso fue ceder.

Por lo que toca a Pilar misma, poseída del extraño optimismo característico de su padecimiento, mostró gran regocijo por visitar la metrópoli del lujo y elegancia, pensando en hacer allí sus comprillas de invierno, por no ser menos que las currutacas Amézagas.