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Cuando se hablaba de los Vargas, el vocabulario de injurias se agotaba; entonces el escándalo se producía, no porque ambos disputaran, sino porque se ponían de acuerdo, para arrojar sobre los tristes desposeídos toda la inmundicia que quedaba en sus espuertas.

Desde entonces se lanzó, con la pasión de los niños en libertad, á balbucir palabras, que no entendía, del nuevo vocabulario político; á las manifestaciones públicas; al club y á las urnas electorales, siendo muy de advertir que en este entusiasmo iban siempre delante las hembras, las cuales hubieran llegado á emular las glorias de las calceteras de Robespierre, si las circunstancias lo hubieran exigido.

Yo cuidado lo dice todo unas veces, y otras no dice nada; ora es un consuelo, ora una amenaza, ora un asentimiento, ora una esperanza, ora un recuerdo, ora una súplica, en fin, es todo, lo encierra todo, lo expresa todo en el vocabulario del indio siempre parco en el decir.

Buscando referencias sobre esta voz, hallé la siguiente en el Vocabulario de Fr.

Lo que toca á su idioma y lenguaje es tan difícil, que para saberla y aprenderla no basta muchos años. Hasta ahora no se ha acabado el Vocabulario, y estando aún en la C, hay ya veinticinco cuadernos. La Gramática es dificilísima y el artificio y definición de los verbos es increíble.

Pero me hace mucha gracia oírle decir aquellas mismas cosas que en otro tiempo eran para Laura. No ha cambiado de vocabulario. Tiene todo un catálogo de galanterías preciosas. Pero verás. Ayer nos habíamos quedado solos. Empezaron las palabras dulces. De repente le interrumpo: No, no quiero que me diga "eso". Se quedó él asombrado. ¿Por qué, Carmencita?

Hay también un vocabulario de filosofía y otro de economía política; hay, además, en su edición lyonesa de 1675, el curiosísimo Tesoro de las dos lenguas, francesa y española, que compuso César Oudín, «intérprete del rey». La consola es de nogal. Los pies delanteros son ligeras columnillas negras con capiteles clásicos de hueso, con sencillas bases toscanas.

Y si no, aquí estamos entre cuatro paredes... Belarmino Pinto, que era quien hablaba, se detuvo a escoger vocabulario adecuado en donde escanciar la abundancia de su ideación. Pido la palabra para alusiones dijo Carmelo Balmisa, un sastre muy leído. Belarmino se volvió para mirarle, sorprendido, casi asustado.

Jamás me pareció tan extraordinario como aquella noche, velada única y última en que quise oírle. Todo era selecto, hasta el idioma fluido, ondulante y rimado que presta a la idea choques sonoros y hace del vocabulario italiano un libro de música. Cantaba el himno eternamente tierno y lamentoso de los amantes que esperan.

Pero desde entonces acá me he perfeccionado en el alemán. ¡He tenido tantas ocasiones de aprenderlo!... Mi vocabulario se ha enriquecido con una infinidad de locuciones, de frases. Aunque ya las hablo, no las canto... ¡Oh, no; no me entran deseos de cantarlas!... Pero volvamos a mi coche. Andábamos muy despacio, por una avenida orillada de árboles y casas blancas. De repente, detúvose el cochero.