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Herodoto, por tanto, debió hacer una descripción de América. En la misma comedia, Constantinopla está en poder de los infieles en la época de la conquista de España por los árabes. Con frecuencia han de explicarse sus errores contra la verdad histórica y geográfica, como lo han hecho los comentadores más instruídos de Shakespeare con los de éste.

A pesar de los grandes progresos que ha hecho la geografia, ¿cual es el hombre, versado en estos estúdios, que deje de explorar las relaciones de los primeros viageros, para comparar, y rectificar á veces las especies de los que marcharon despues en sus huellas, con mas instruccion y auxilios? ¿Cuanta luz arroja aun sobre el Asia su primer historiador Herodoto, y su mas antiguo viagero Marco Polo? ¿Y que otra cosa son los geógrafos menores que recogiò è ilustró con tanto afán Hudson, sino nuestros Cardiel, Hernandez, Pavon, y Amigorena?

Cierto que Homero, Herodoto e Hipócrates eran menos instruidos que Víctor Hugo, Taine, Renán y Claudio Bernard, pero, a mi ver, valían muchísimo más que ellos.

El más obscuro bachiller del día sabe más gramática que Homero; el más humilde catedrático de Instituto sabe más Historia que Herodoto; y de las cosas naturales, de sus afinidades, composiciones, descomposición y cambios, sabe más que Hipócrates cualquier adocenado farmacéutico de aldea. Yo no niego esto.

Sócrates y Platon presintieron, por intuicion poética, las sublimes verdades del progreso moral. Herodoto es el verdadero rival de Homero, y Tito-Livio eclipsa muchas veces á Virgilio.

Alejandro, Tácito, Sócrates, Platon, Herodoto, Napoleon, Tito-Livio, Colon, Bolívar, han sido poetas á su manera, y si no escribieron poemas, fué porque dieron otra direccion á las fuerzas poéticas de que podian disponer. El primero, las aplicó á las grandes conquistas civilizadoras; el segundo, á las pinturas dramáticas que lo han inmortalizado.

Acostumbrado Perícles a la rapidez de la narración de Herodoto, no podría aguantar ni al grande historiador Macaulay, el cual, si hubiera continuado su historia de Inglaterra hasta nuestros días, hubiera tenido que dar a la estampa centenares de volúmenes de la edición Tauchnitz, y hubiera sido menester, hasta para un lector inteligente y asiduo, el empleo de algunos años de vida sólo para leer a Macaulay y enterarse a medias de lo que dice.

Pero nuestro buen criterio no nos permite admitir ciegamente esta versión, y así reducimos a tres las seis horas de que habla Alelí, el cual como Herodoto era muy inclinado a exagerar y dar proporciones a lo que veía. Mejor sería aún, reducir a una hora nada más el plazo de aquella perplejidad de nuestro querido señor, y así lo haremos.

Y más poemas parece que compuso Homero, pero otros dicen que ésos no son suyos, aunque el griego Herodoto, que recogió todas las historias de su tiempo, trae noticias de ellos, y muchos versos sueltos, en la vida de Homero que escribió, que es la mejor de las ocho que hay escritas, sin que se sepa de cierto si Herodoto la escribió de veras, o si no la contó muy de prisa y sin pensar, como solía él escribir.

Yo estoy seguro de que si el amenísimo Gustavo Le Bon, después de estudiar concienzudamente «el alma» de los pueblos asirio y caldeo, y de buscar en Herodoto, y de aprenderse de memoria páginas de Suetonio y de Salustio, se hubiese tomado el trabajo de frecuentar durante dos ó tres temporadas los bastidores de un teatro, hubiera podido aljofarar con muchos y muy nuevos y curiosos «puntos de vista» su famoso libro «Psicología de las multitudes».