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Necesariamente han de ser caros ciertos hoteles en las regiones montañosas, así como el servicio de guias, caballos y mulas, y las curiosidades artísticas, porque las gentes que especulan con las visitas de extranjeros tienen que indemnizarse en cuatro ó cinco meses de los sacrificios de todo el año.

De propio tampoco recelaba el Padre. Amaba a doña Luz como el maestro ama a su discípulo; como un alma ama a otra alma, cuando ambas coinciden en las mismas creencias y opiniones, suben a las mismas alturas, y especulan y contemplan las mismas ideas.

Acordaos que los jardineros toman las varas, para efectuar sus injertos, de los árboles más sanos y rollizos. Elegidme a un mozo fuerte y rebosando salud entre vuestra servidumbre; de sobra los tendréis. , pero no será empresa fácil convencerlos. Mis criados son todos caballeros, que poseen capitales y valores en cartera, y especulan al alza y a la baja, como todos los criados de casa grande.

Durante ese tiempo, ninguno en la ciudad y el pueblo tiene otra ocupacion que la de divertirse, excepto los que especulan con la diversion, que se divierten y hacen negocio al mismo tiempo.

Confieso francamente que, cuando veo que hay en Europa gobiernos que especulan con loterías, casas de juego, bolsas y otras instituciones análogas, no comprendo la razón que tengan para perseguir á los bribones por medio de la policía y los tribunales . Es curioso observar que en Báden el juego les está prohibido á los ciudadanos del Estado, y solo está al alcance de los extranjeros.

En Suiza, como en Bélgica y otros países, los sacristanes especulan mucho con las curiosidades de las iglesias, lo mismo que en Alemania especulan los príncipes y reyes con sus ricos palacios, los pasaportes y las casas de juego. Eran las ocho de la noche cuando entramos al templo, que se hallaba en absoluta oscuridad.

En esas piezas altas tienen sus puntos de reunion los caballeros de industria subalternos; ahí duermen los limpiabotas y los saltimbancos de menor cuantía, las fruteras de calle, los vendedores de baratijas, los músicos de callejuela, y multitud de vagos de diversas clases que no son literalmente mendigos; ahí esconden sus andrajos los rateros de alguna importancia y los pillos que especulan con las intrigas de los seductores; ahí descansan de su larga fatiga del dia, despues de doce ó diez y seis horas de trabajo, millares de esos pobres obreros ambulantes de pequeño salario, así como los repartidores de diarios y sus semejantes; y por último, ahí tienen su hogar envilecido las innumerables prostitutas y meretrices que hormiguean por las calles de Londres, pero que, por su fealdad, su edad ú otras circunstancias, no pertenecen sino á la plebe de las infames.

Es inaudito el número de mujeres desgraciadas en ese género de establecimientos de corrupción, y de expertas en la infamia que especulan con la dirección de esas casas, que son la ignominia de las sociedades europeas. Contáronme cosas qué me aterraron, y anécdotas respecto de personas de la alta sociedad que, al ser ciertas, darían una idea muy triste de la moralidad gaditana.