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Aquí se halla el visitante en presencia de los animales feroces, debidamente clasificados; mas allá admira los grandes rumiantes de primer órden; acá una familia, allí otra por grupos homogéneos, y en circos, chozas, jaulas y alojamientos especiales; de manera que, con el auxilio de los rótulos claros y precisos y del severo arreglo que preside á todo, se puede seguir un curso de zoología en todos sus ramos, superficial, es cierto, cuando no se tienen los conocimientos necesarios, pero bastante para darle á un observador que no conoce la ciencia una idea general de las formas, la manera de alimentacion, crecimiento, reproduccion, etc., de cada animal, y de las costumbres, necesidades y destino que, segun su clima, su talla, configuracion, piel y demas circunstancias, les ha asignado la previsora y admirable naturaleza á todas sus criaturas susceptibles de movimiento espontáneo.

La tía Úrsula la repartía, mientras nosotros, los chicos, mirábamos si a alguno le daban más que a los otros, para protestar. Mis primos solían contar cosas de los teatros y circos de la corte; pero, la verdad, esto no me llamaba la atención. Lo que me atraía era el mar. Miraba con envidia los chicos descalzos del muelle.

Eran circos de construcción más o menos reciente, unos de estilo romano, otros árabes, con la banalidad de las iglesias nuevas, donde todo parece vacío y sin color.

A su vez, el caimán suele ser sorprendido en sus siestas de la playa por los tigres y pumas de los bosques vecinos. Entonces se traba una lucha admirable, como aquellas que los romanos, los hombres que han gozado más sobre la tierra, contemplaban en sus circos. El caimán es generalmente vencedor, pues su piel paquidérmica lo hace invulnerable a la garra y al diente agresor.

No hay para qué asegurar que Granada tiene sus inevitables circos españoles: el de los toros y el de los gallos. El teatro, aunque sin lujo ninguno, es muy bonito, pero generalmente mal servido, como casi todos los teatros de España, en lo que toca al drama y la comedia. En Granada, como en todas las ciudades de España, observé una notable vulgaridad en la gran mayoría de los actores.

Unos dicen que anduvo por aquel mundo monstruosamente grande, de feria en feria, siendo exhibido en circos y barracas como una curiosidad nunca vista, y que sus viajes le sirvieron para conocer los diversos pueblos en que se hallan divididos los colosos.

Una injusticia dijo Zurita es también hablar tanto de la crueldad de los españoles con el indio. ¿Cómo civilizar una tierra sin barrer antes la gente que la ocupa si es que se opone a esa civilización?... En la antigua América española, los pueblos más adelantados son ahora aquellos que tienen menos indios. En los Estados Unidos quedan tan pocos, que los enseñan en los circos como una curiosidad.

A don Víctor se le caía la baba. «¡Oh, el mar, si no hay como el mar, y la mesa redonda, y la casa de baños, y los paseos por el muelle, y los conciertos al aire libre... y los teatros y circos!». ¡Qué contento estaba con la vida Quintanar!

Ella había visto en los circos y en los pugilatos de boxeadores musculaturas más poderosas.

Y con ese nombre histórico, presumiendo de noble y española, se inscribía en los programas de los circos y teatros donde se la contrataba como «domadora de vampiros». Hay que reconocer que los vampiros eran más verdaderos que su nombre. Habíalos comprado en Argelia a un cazador marroquí, y se exhibía en público con ellos, en una gran jaula de fieras, pretendiendo haberlos domesticado y educado...