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Una sola consideración la inclinaba a creerla fundada: en lo que Tirso la había dicho, formaban un conjunto tan homogéneo las maldades, estaban tan enlazadas unas con otras las infamias, era todo tan verosímil dentro de lo malvado, que parecía imposible suponerlo invención calumniosa: no había, no podía haber imaginación tan dañina que lo fraguase y dispusiera con aquel ensañamiento.

Eso quería ella, que el Magistral mandase, dispusiera de ella y de sus actos. Ana volvió hacia De Pas, que estaba cerca del balcón y le sonrió como poco antes en la catedral. Aquella sonrisa pedía perdón y bendecía. Don Fermín estaba pálido, le temblaba la voz. Estaba más delgado que por el verano. En esto pensaba Anita. ¡Estoy tan cansado! dijo él y suspiró con mucha tristeza.

Doña Luisa poseía un magnífico cafetal en las vertientes del Banajao, y tan luego fué prescrito á la enferma la vida del campo, su solícita madre dió órdenes para que se alojara y dispusiera la casa que se alzaba en el centro de la hacienda. Nada de cuanto constituye lo necesario y representa lo supérfluo faltaba en la finca.

Este asiático fué colocando sobre el suelo enormes bandejas que contenían los manjares: unas de plata antigua repujada á martillo, otras de laca multicolor ó de materias semitransparentes que imitaban la esmeralda, el topacio y el lacre rojo. Miguel se imaginó la locura de un gran maestro de cocina que en pleno delirio dispusiera el orden de un banquete.

El gran patricio no tenía gran apego, como sabemos, a las religiones positivas; pero «mientras la sociedad no dispusiera de otros medios coercitivos para ciertas transgresiones de la moral, forzoso era acudir en demanda de ellos a las antiguas instituciones sociales, siquiera fuesen tan viciadas y deficientes como éstas». Volvamos ahora a Gonzalo.

Les daba vergüenza así me dijeron por entrar visitarme y ofrecerme sus respetos por primera vez en ocasión tan triste; pues encerrados en su valle, del que no salían jamás sin un motivo de gran monta, un poco por ignorancia de los sucesos y otro poco por la maña de «dejar negocios para otro día...». En fin, allí estaban para que dispusiera de ellos a mi comodidad, como podía disponer de otros comparientes de allá, que no les habían acompañado, quién por falta de salud, quién por la de cabalgadura.

¿Qué he de temer? interrumpió el General impaciente; ¿no dispongo yo de poderes discrecionales? ¿no puedo hacer lo que me la gana para el mejor gobierno de estas islas? ¿Qué tengo que temer? ¿Puede acaso un criado acusarme ante los tribunales y pedirme responsabilidad? ¡Ca! Y aunque dispusiera de medios, tendría antes que pasar por el Ministerio, y el Ministro...

Revolvía los ojos con una expresión anonadadora al hablar de felonías y traiciones, como si dispusiera de horrorosos castigos para los culpables. Su voz adoptaba un tono pavoroso, y los dos contendientes ya no pensaron desde este momento en fijar bien su puntería ni en la posibilidad de ser heridos.

Como el suceso no era para menos, se apresuró el Asistente D. Diego Sarmiento y Sotomayor, conde de Salvatierra, á llevar á cabo los preparativos para recibir á los huéspedes dignamente y así hizo que en el Alcázar se dispusiera lo conveniente para alojarlos y que la ciudad saliera con toda gravedad á recibirlos cuando entraron en ella el día 23 de Octubre.

A un colegio..., que no fuera colegio precisamente, donde se la guardaran, por de pronto, durante el día, y la enseñaran lo que ella dispusiera, más por entretenimiento que por cultivo; donde hallara un cariño y unos cuidados y unas compañías que sustituyeran, en todo lo posible, el amor y el amparo de su madre, y, sobre todo, donde no corriera los riesgos que la amenazaban en su propio hogar.