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Cumpla cada español con sus deberes de buen patricio, y en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento: ¡Cosas de España! contribuya cada cual a las mejoras posibles; entonces este país dejará de ser tan mal tratado de los extranjeros, a cuyo desprecio nada podemos oponer, si de él les damos nosotros mismos el vergonzoso ejemplo. o

Los dos protagonistas del drama, San Patricio y Ludovico Ennio, naufragan en las costas de Irlanda; San Patricio salva á Ludovico, y, nadando con él, arriba á la tierra, en donde se encuentra también Egerio, rey de Irlanda, con su séquito. Los dos náufragos cuentan la historia de su vida en dos largos discursos, de los que Calderón usa con preferencia al principio de sus comedias.

Sólo el recuerdo, no fácilmente borrable, de Patricio Rigüelta, puede perjudicar al malvado de esta otra novela, el don Sotero, abominable tartuffe, en cuya negra alma no ha temido penetrar y ahondar hasta con encarnizamiento el señor Pereda, como si quisiera dar hermosa muestra de que lo extremado de su ultramontanismo no corta las alas a su ingenio ni le hace ñoño o meticuloso.

San Patricio refiere, que es hijo de un caballero irlandés y de una señora francesa, y que sus padres, poco después de su nacimiento, se han retirado á un monasterio; que él mismo, educado piadosamente, disfruta desde sus primeros años del don de hacer milagros, y que, cautivo poco antes por piratas, se ha libertado de ellos con la ayuda del cielo, que lo ha socorrido promoviendo la tempestad, causa del naufragio del buque.

Al principio de esta comedia se hace mención, con palabras que manifiestan el más vivo interés, de la muerte del duque de Lerma, que falleció en el sitio de Maestricht en el verano de 1639, cuya circunstancia hace conjeturar que este drama se representó probablemente poco después de esa fecha. La vida es sueño. El purgatorio de San Patricio. La gran Cenobia. La devoción de la Cruz.

Partió al punto el P. Juan Patricio con los dos compañeros y cien indios del pueblo de San Rafael por el mes de Octubre de aquel año, para ver si aquel río, junto al cual el P. Francisco Hervás había levantado la cruz, era el Paraguay; pero á tres jornadas de camino halló que se perdía en aquel que parecía río en unos palmares, sin saber dónde era su término; con todo eso pasó ochenta leguas más adelante para reconocer dónde estaba la cruz; pero llegando allí vió que no era este el río Paraguay ni ramo suyo, sino un gran lago que en el tiempo de las lluvias se extendía por aquellos valles.

ESCRITA Por el Padre Juan Patricio Fernández, de la misma Compañía. SACADA A LUZ Por el Padre Geronimo Herrán, Procurador General de la misma Provincia. QUIEN LA DEDICA Al Serenissimo Señor Don Fernando, Príncipe de Asturias. Año 1726. En Madrid: Por Manuel Fernández, Impressor de Libros, vive en la Calle del Almendro. SE

Principió sus sesiones ocupándose de la renuncia que Bolívar habia hecho de su magistratura política, y determinó: que este leal y desinteresado patricio, mientras se daba al Estado un gobierno definitivo por medio de una Constitucion, siguiese como hasta alli en el desempeño de su cargo.

Ahora, ya en el Océano, consideraban el piratear, el saquear o el robar como medios de enriquecerse más o menos decorosos. Entre los cuarenta tripulantes que íbamos en El Dragón, los había de todas clases: desde tipos cuya vida era una continua serie de maldades y de crímenes, como el doctor Ewaldus, hasta un pobre muchacho irlandés, Patricio Allen, que era un modelo de probidad y de nobleza.

Lo que padeció en este viaje lo referiré con las mismas palabras con que él, habiendo vuelto de los Zamucos, se lo escribió en carta de 27 de Octubre de aquel año de 1718 al P. Visitador de los Chiquitos, Juan Patricio Fernández, desde el pueblo de San Juan.