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Sin dejar de desaprobar su conducta, cedí a sus súplicas en interés de esa pobre niña y en el tuyo. ¿En el mío? Sin duda. Esta complacencia te aseguraba las bondades de tu tío, muy necesarias para establecerte, dada la exigüidad de tu patrimonio.

Como nosotros no vemos intuitivamente la verdad infinita en que todas las verdades son una, en que todos los bienes son uno, y como estamos en relacion con un mundo de seres finitos y por consecuencia múltiplos, hemos menester diferentes potencias que nos pongan en contacto, por decirlo así, con esa variedad de verdades y bondades finitas; pero como estas á su vez nacen de un mismo principio y se dirigen á un mismo fin, están sometidas á la armonía, que es la unidad de la multiplicidad.

A lo que respondió el otro con voz glacial: Ya lo veo; pero como el punto que usted toca no es el que yo deseaba ventilar... Sin duda, me ha comprendido usted mal, o yo no he sabido explicarme bien. De cualquier modo, mil perdones por el tiempo que la he robado, y mil gracias por sus bondades.

Las bondades de vuestra majestad no tienen límite para conmigo dijo el padre Aliaga, tomando un sillón y sentándose á una respetuosa distancia. ¡Mis bondades! No ciertamente, padre Aliaga dijo con acento dulce reina , os debo mucho; después de Dios, sois la protección que tengo sobre la tierra. La protección mía, señora, es muy débil.

Debía ir yo, por lo tanto, a comer a Monceau, pero no he querido ir, mandando sólo a mis hijos con su padre. ¡Dios tenga compasión de mi madre! su gran caridad, sus bondades y otras mil virtudes que ha practicado durante su vida, pueden haberla tranquilizado en estos momentos. Pero ¡ay! ¡era tan triste su situación! Muchas inquietudes y penas son otros tantos motivos de consuelo.

Pero, eso fue para mi corazón una flecha que lo atravesó de parte a parte, tanto más, cuanto no me atreví a decírselo jamás a mi esposo ni a mi hijo; porque yo había sido colmada, durante mi infancia, de todas las bondades de aquella augusta casa, cuyo nombre habíame mi madre enseñado a venerar desde mi niñez.

Voy a pedirte un favor. Mañana no te despidas de . Si Dios quiere darme algunos meses de vida, cuando vengas, después de Semana Santa, me verás. Y ya lo sabes, no irás a otra parte, no, porque nos darías un pesar muy grande. Ya sabes que esta es tu casa. Nosotras te queremos mucho, mucho, y vivimos muy agradecidas a tus bondades.

Pep no sabía con certeza cómo podía haber influido la presencia de su hijo en el escándalo de la noche anterior, pero recordaba su resistencia a ser clérigo, su fuga del Seminario, y la memoria de estos disgustos despertaba su cólera, haciendo que la concentrase en el muchacho. ¡Se acabaron los miramientos y bondades! El próximo lunes lo llevaría al Seminario.

No si Luciana lo echó de ver. No es pedir a usted mucho me dijo. Siéntese... a mi lado... unos minutos. ¡Al lado de usted! exclamé con una admiración irónica. En verdad, me colma usted de bondades... ¿Qué pasa, pues? Pero había ya cedido a la atracción de sus hermosos ojos y sentádome a su lado. Durante un rato estuvimos callados. Hable usted me dijo por fin.

El candoroso joven, que siempre parecía adolescente, permaneció en la misma actitud humilde, como si estuviese esperando el golpe de la cuchilla que había de segarle el cuello. Soy muy malo, D.ª Rafaela articuló dulcemente. No merezco las bondades con que usted me favorece. No le tengo a usted por tal, querido, ni lo tiene nadie... Habrá sido una calumnia... No, no es calumnia por desgracia...