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Imponíanse penas graves á cuantas excediesen de aquel número; pero, á pesar de eso, en tiempo del autor de ese memorial existían catorce, que contaban sobre mil individuos, entre los cuales había criminales, frailes escapados del convento y clérigos apóstatas, que, bajo la capa del histrionismo, y vagando sin cesar de un punto á otro, evitaban la persecución de la justicia.

Triste condicion de los mozárabes cordobeses: cisma introducido entre ellos: retrato ligero de algunos apóstatas: 342. Iglesias y monasterios de los mozárabes: forma general de las basílicas: 347. Santos y doctores insignes que florecieron en ellas: 357. Culto y ritual mozárabe: 359. Los monasterios de la ciudad y de la sierra, y mártires que produjeron: 361.

Procuraba aquí el apostólico Padre poner forma á las cosas de la reciente iglesia; pero el demonio, que soplaba en el corazón de los apóstatas, cuanto el buen Padre trabajaba en muchas semanas, lo deshacía en pocas horas; y por apéndice de estos desastres, tuvo noticia de que los Tobas, cruelísimos enemigos de Dios y de los españoles, vistos sus intentos, se habían puesto en armas, y en gran número venían destruyendo el país; con lo cual, esperando de hora en hora sus furias, se esforzaban á recibir con gran ánimo la muerte si fuese voluntad de Dios Nuestro Señor, imitando á sus súbditos, de quien corría fama que habían caído en las manos de aquellos malvados y sido muertos con crueldad igual á su fiereza.

No podrán decir sus enemigos que los impulsa la vanagloria, porque saben que sus nombres serán execrados prevaleciendo los apóstatas partidarios de Recafredo, y que el culto de los mártires es severamente castigado por los musulmanes y por los obispos prevaricadores . Ese es el premio que esperan de los hombres, esa la recompensa que les tiene reservada el mundo, que los moteja de fanáticos y alucinados, en pago de lo que ellos se afanan y sufren por su emancipacion y progreso. ¿Vivirán al menos sus nombres en la memoria de la España restaurada?

¡Oh valor incomparable! Saben esos humildes y generosos confesores que la persecucion arrecia, que el desacato de la profesion de es ya mirado como asunto digno de ocupar al consejo del rey , que la estirpacion completa de la religion cristiana va á ser en breve el negocio capital de la gobernacion interior del Estado; ven aumentarse el número de los apóstatas, entibiarse el celo de sus afligidos hermanos, dilacerarse con nuevas heregías el seno de la Iglesia perseguida, ceder los débiles á la opresion y al oprobio, los tímidos á las amenazas, los codiciosos á la agravacion de los tributos, los ambiciosos á las liberalidades y promesas; dícenles que sus prelados mismos los obligan á jurar que no comparecerán ante los jueces á hacer pública confesion de su , que en el consejo del Amir se ha acordado conceder á todo musulman permiso para quitar la vida á cualquier cristiano que hable en desdoro de su profeta y secta; y sin embargo nada les arredra. ¡Allá va la gloriosa falange!

Son de genio inconstante, más de lo que se puede creer, mudables á todo viento, no guardan la palabra que dan, hoy parecen hombres y cristianos y mañana apóstatas y animales, amigos de todos, aun de los españoles, cuando les está á cuento para sus intereses, pero por la más leve causa rompen la amistad.

Con esta reflexión me siento inclinado a perdonar las apostasías; pero, como mi espíritu es una perpetua contradicción, reflexiono en seguida otra cosa y condeno duramente a los apóstatas y volubles. Los sospecho de interesados y de tunantes. Recelo que no cambian de buena fe, sino porque quieren estar encima y hacer su agosto. En fin, ¿para qué hablar más? Soy incapaz para la política.

Y tomaba el mismo camino que los demás miembros del consejo, cuando Santiago le retuvo por el brazo gritando: No, capitán, no; preferiría mejor no descubrirme en la iglesia, no arrodillarme ante el Santo Sacramento, faltar a mi rosario, que ir a bordo de ese condenado barco, de ese barco donde Satanás tiene su corte; y además continuó con tranquilidad, muy convencido de haber encontrado un argumento sin réplica , además, mi religión me prohíbe el contacto de los excomulgados y de los apóstatas.

Porque á la ruina de los templos y monasterios acompañaron ahora aquellas enconadas persecuciones de los mismos cristianos apóstatas de que dejamos hecho mérito; aquellos conciliábulos prohibiendo declarar la ; los padecimientos de Sanson y de Eulogio, de todos los mártires mencionados por ellos en estos años, y de otros infinitos de quienes no hicieron memoria: puesto que el mismo santo doctor dice que eran tantos los que se ofrecian al martirio, que los infieles pedian á los cristianos los contuviesen, y que era tan universal el fervor de padecer por Cristo, que hasta los párvulos se ofrecian al cuchillo de los verdugos.

Incomparable fué el consuelo de estos santos varones con tan noble ganancia, pero no menor la rabia del demonio que de tan buenos principios adivinaba el gran menoscabo que se había de seguir á sus intereses, y que si la cristiana fuese ganando crédito y seguidores, perdería en poco tiempo el dominio del país; y como su mal y daño estaba á los principios y le podía reparar, procuró, con todo su esfuerzo arrancar de raíz aquellos buenos principios, para lo cual tenía allí de su bando ciertos apóstatas muy poderosos, tanto peores que los otros en su vida, cuanto es ordinario que sea más perdido en sus costumbres quien abandona la que quien jamás la profesó en su vida.