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Pero eres tan valiente como ambicioso, si nada te asusta ni te arredra, yo podré, no remediar tu mal, pero ponerte en situación de que mismo le remedies, de que satisfagas tus ambiciosos propósitos, de que apartes de ti la duda que puedes o de que no puedes, y de que realices los esfuerzos de tu voluntad, haciéndolos fecundos. Mi ciencia, por ti, puede hacer un milagro.

Si a la vacilante claridad de las estrellas se aventura a salir de su guarida sus miradas inquietas se hunden en la obscuridad de los árboles sombríos para cerciorarse de que no se divisa en ninguna parte el bultito blanquecino del niño, y cuando llega al lugar donde hacen encrucijada dos caminos, le arredra ver venir por el que él deja al niño animando su caballo.

Las posibilidades quirúrgicas son ilimitadas para todo médico que tenga sangre de artista, y yo voy a demostrarlo ensayando con este enfermo un procedimiento inédito y completamente personal. Es un procedimiento peligroso, indudablemente, pero en eso consiste su encanto. Ya saben ustedes, señores, que a no me arredra el peligro...

¡Oh valor incomparable! Saben esos humildes y generosos confesores que la persecucion arrecia, que el desacato de la profesion de es ya mirado como asunto digno de ocupar al consejo del rey , que la estirpacion completa de la religion cristiana va á ser en breve el negocio capital de la gobernacion interior del Estado; ven aumentarse el número de los apóstatas, entibiarse el celo de sus afligidos hermanos, dilacerarse con nuevas heregías el seno de la Iglesia perseguida, ceder los débiles á la opresion y al oprobio, los tímidos á las amenazas, los codiciosos á la agravacion de los tributos, los ambiciosos á las liberalidades y promesas; dícenles que sus prelados mismos los obligan á jurar que no comparecerán ante los jueces á hacer pública confesion de su , que en el consejo del Amir se ha acordado conceder á todo musulman permiso para quitar la vida á cualquier cristiano que hable en desdoro de su profeta y secta; y sin embargo nada les arredra. ¡Allá va la gloriosa falange!

EL MORENO 1070 es pobre mi pensamiento, es escasa mi razón, mas pa dar contestación mi inorancia no se arredra: también da chispas la piedra si la golpia el eslabón. 1071 Y le daré una respuesta sigún mis pocos alcances: forman un canto en la tierra el dolor de tanta madre, el gemir de los que mueren y el llorar de los que nacen.

Fértil región, alhaja desprendida de las ondas de un mar que no te arredra, entre árboles gigantes escondida y entre murallas de granito y piedra. Mas , Cristóbal, por el ancho espacio lanzando tu mirada, de ricas esmeraldas y topacio labrada viste la inmortal aureola, que la sien del hispano tornasola.

Injúriame, hiéreme, mátame: no me defiendo. El martirio no me arredra. Mi voluntad, de Dios abajo, nadie la mueve. Y si acaso mi voluntad quedase aniquilada por la muerte, la idea que sustento siempre quedará viva, triunfante... MÁXIMO. No veo, no puedo ver ideas grandes en quien no tiene grandeza, en quien no tiene piedad, ni ternura, ni compasión. PANTOJA. Mis fines son muy altos.

Porque Pic será pequeño, pero tiene arrestos. Una mosca yace patas arriba en medio de la caja; Pic se acerca, creyéndola, sin duda, muerta; la mosca suelta una patada; Pic se queda atónito. Después se vuelve a acercar y la torna a tocar en el ala; la mosca rebulle y se pone de pie. He aquí un terrible compromiso; pero Pic no se arredra.

Quisiera yo dar aquí noticia de otros cuentos y novelas recientemente publicados. La cosecha, como ya indiqué, es abundantísima en el siglo presente y también lo fue en el pasado. Me arredra, pues, fatigar a mis lectores. Hoy, por último, sólo daré cuenta de una novela de un escritor sevillano, conocido ya por erudito y también por elegantísimo e ingenioso poeta.

No pensemos más en esto dijo recuperando la calma. Nuestra generación posee toda clase de valores, mas se arredra ante el dolor. Es culpa de nuestros padres que nos han criado envueltos entre nubes de algodón en rama. Pocos instantes después, aquel joven, que profesaba los más religiosos principios, púsose a blasfemar de la Providencia.