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Fué su cadáver conducido á Córdoba, y su hijo D. Gonzalo Yañez de Godoy obtuvo del cabildo de la iglesia mayor sitio para enterrarle en ella, fundando la capilla de que se hizo mencion en la nota de la pág. 238. El mencionado obispo D. Juan Fernandez Pantoja hizo á su iglesia catedral una donacion de ornamentos bordados y vasos de oro y plata para el divino Sacrificio.

Diera yo por callarlo, por ocultártelo, los días que me quedan de vida. Ya comprenderás que no podía ser... Mi cariño me ordena que hable. PANTOJA. He dicho que Lázaro Yuste fue... No quiero, no quiero oírlo. PANTOJA. Tenía entonces tu madre la edad que tienes ahora: diez y ocho años... No creo... Nada creo. PANTOJA. Era una joven encantadora...

A través del cristal vimos la corpulenta y recia momia del nieto de los Reyes Católicos, de la cabeza á los pies, completamente desnuda, perfectamente conservada, un poco enjuta, es cierto, pero acusando todas las formas, de tal manera que, aun sin saber que eran los despojos mortales de Carlos V, hubiéralos reconocido cualquiera que hubiese visto los retratos que de él hicieron Ticiano y Pantoja.

MÁXIMO. , lo soy. Usted a todos nos enloquece. Sin darme cuenta de ello, he atropellado a un ser débil y mezquino, incapaz de responder a la fuerza con la fuerza. Con la fuerza respondo. MÁXIMO. ¿Que puede más? PANTOJA. La ira te sofoca, el orgullo te ciega. Yo, maltratado y escarnecido, recobro fácilmente la serenidad; no: tiemblas, Máximo; , que eres la fuerza, tiemblas.

DOROTEA. Cálmate, por Dios... Hermana querida, tus tormentos tocan a su fin. Oye... Mi madre me llama. DOROTEA. No delires... Otras voces, voces de personas vivas, te llamarán... PANTOJA. Hija mía, ¿cómo saliste de la iglesia sin que yo te viese. DOROTEA. Salimos a respirar el aire puro. Electra se asfixiaba. PANTOJA. Hija mía, ¿te sientes mal? Mi madre me llama.

EVARISTA. ¡Ay! no opino lo mismo, no, no... Aquí están... y también Cuesta, para que no pueda uno hablar con libertad... PANTOJA. Vengo a contar a usted cosas de la mayor gravedad. Sea lo que Dios quiera. Sea lo que Dios quiera... ... Pero queramos lo que quiere Dios, y apliquemos nuestra voluntad a producir el bien, cueste lo que cueste.

PANTOJA. Perdone usted... ¿Es cierto que el vecino de enfrente, nuestro maravilloso sabio, inventor y casi taumaturgo, piensa mudar de residencia? CUESTA. ¿Quién? ¿Máximo? Creo que . Parece que en Bilbao y en Barcelona acogen con entusiasmo sus admirables estudios para nuevas aplicaciones de la electricidad; y le ofrecen cuantos capitales necesite para plantear estas novedades.

EVARISTA. Y ahora, el que bien podremos llamar fundador, todos los días, sin faltar uno, visita la santa casa y el cementerio humilde y poético donde reposan las Hermanas difuntas... EVARISTA. Lo ... Y ronda el patio florido, a la sombra de cipreses y adelfas... PANTOJA. Es verdad. ¿Y cómo sabe...?

Sin olvidar, amiga mía, la casa de enseñanzas superiores, que ha de ser santuario de la verdadera ciencia... EVARISTA. Bien sabe el amigo Pantoja que no ceso de pensar en ello. En ello pensamos noche y día. MARQU

La voz dulce de tu madre, hablándote en espíritu, te confortará, te ligará con lazos de piedad y amor a esta santa casa. Es el canto de los niños jugando al corro. Entre esas voces tiernas suena la de mi madre llamándome a su sepulcro. PANTOJA. Estás alucinada. Es el coro de ángeles divinos.