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Debilitados los colosales cimientos del gigantesco edificio, ceden al peso, las bóvedas se hunden, el monte se estremece, y la tierra se agita algunos cientos de kilómetros alrededor, como si una terrible explosión hubiera dislocado sus capas. El gigante Encelado que ha hecho temblar así los montes, las colinas y los llanos, es el tranquilo manantial que puede ocultar una mata de hierba.

Las especies nuevas que siguen á las primeras tienen también, como cada sér en particular, su periodo de renacimiento, de propagación, de decadencia y de muerte; podría compararse cada especie de fósil vegetal ó animal á gigantesco árbol, cuyas raíces se hunden en los terrenos inferiores de formación antigua, y cuyo tronco se ramifica y se pierde en las capas altas de origen más moderno.

Todavía en el suelo le hunden en la espalda la bayoneta de un fusil, le disparan el tiro, y la bala y bayoneta lo traspasan, asándolo además con el fogonazo. Facundo vuelve al fin a recuperar su bandeja negra que ha perdido, y se encuentra con una batalla ganada, y La Madrid muerto, bien muerto.

Primero: un irresistible instinto de la naturaleza. Segundo: el ver que no admitiendo la legitimidad del criterio de la evidencia, se hunden todos sus, conocimientos y le es imposible pensar. Para esto nos suministra mucha luz la doctrina de los capítulos anteriores, de la cual son los siguientes un desarrollo y complemento. Comencemos por la conciencia ó sentido íntimo.

Pero si se contrae la mirada á la masa irregular de la ciudad, ella se pierde en el extraño laberinto de tantas calles estrechas, tortuosas, extravagantes; de tanto canales que serpentean en el seno de la ciudad, cortándola en todas direcciones, enlazándose ó bifurcándose de cien modos; de un enjambre de monumentos, de casas antiquísimas, singulares en todo, ora mostrando sobre las calles y plazas sus curiosas fachadas, era alzándose en tortuosas hileras sobre los canales, en cuyas aguas fangosas hunden sus cimientos y sus gruesos muros.

Yo me conformaría y me aquietaría con esto si todos los poetas que pronostican, que enseñan o que amonestan estuviesen de acuerdo; pero, como no lo están por desgracia, me hunden en un mar de confusiones. Así es que exclamo allá en mis adentros: quizás estén locos, verdaderamente locos, y sean con su locura perjudiciales a la república.

Instante único, tremendo; ángel con el pie levantado y las alas extendidas, que va a volar y no se sabe si dirigirá su vuelo al suelo o al infinito; instante soberano; dogal que oprime la garganta; espada de un cabello suspendida; es hermano del instante en que se nace o en que se muere, del instante en que se hunden los imperios, y de aquel, no conocido todavía, en que se acabará el mundo... ¡Ah!, la puerta del gabinete se abría... Isidora vio entrar una dama de cabello casi blanco, grave, hermosa, imagen de la dignidad y de la nobleza, como reina y madre de reyes.

Por entre la malla de su prosa hay pueblos que se hunden, ejércitos que se destrozan, mares que se revuelcan, bosques que caminan. Es raso y es acero. Es guzla y es clarín. Es halago y es centella. Escribe versos que enamoran, filípicas que entusiasman, libros que glorifican. Es diminuto y es excelso. Sencillo y complicado. Es león y paloma. Oruga y colibrí.

Ni se me diga que la tal propensión á que se hablen muchos idiomas proviene de un movimiento progresivo. Por lo común sucede lo contrario. Cuando las grandes naciones y cuando las grandes razas decaen ó se hunden, es cuando pierden el idioma común y salen hablando distintos idiomas. La Torre de Babel representa simbólicamente este lastimoso fenómeno.

7 Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y en lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en desctrucción y perdición.