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Todavía en el suelo le hunden en la espalda la bayoneta de un fusil, le disparan el tiro, y la bala y bayoneta lo traspasan, asándolo además con el fogonazo. Facundo vuelve al fin a recuperar su bandeja negra que ha perdido, y se encuentra con una batalla ganada, y La Madrid muerto, bien muerto.

Bien. Ahora ¡fuego!... ¡fuego a estribor!... La andanada partió, y el fogonazo, iluminando un instante la tartana, proyectó sobre las aguas un vivo reflejo de luz. Después, cuando el humo blancuzco de la pólvora se hubo disipado, se vio al navío inmóvil, silencioso, con su punto luminoso a popa, obscurecido de cuando en cuando por una sombra que pasaba y repasaba en la cámara.

Tiraban contra él.... Instintivamente se agachó, queriendo confundirse con la lobreguez del suelo, no presentar blanco al enemigo. Y en el mismo momento brilló un segundo fogonazo, sonó otra detonación, confundiéndose con los ecos aún vivos de la primera, y Batiste sintió en el hombro izquierdo un dolor de desgarramiento, algo así como una uña de acero arañándole superficialmente.

El ancho sol rojo desciende en paz, inflamado y sin calor. Llega la noche, y roza con sus alas negras y húmedas, cuando pasa. Allá abajo, al nivel del suelo, vese un fogonazo, con el brillo de una estrella roja avivada por las tinieblas circunvecinas. En la escasa claridad que resta, apresúrase todo bicho viviente.

Vi un fogonazo y la explosión de un disparo me detuvo. Un cazador salió de su escondite, bajó hacia la marisma y el chapotear de sus pies en el agua; otro le habló. En aquel cambio de palabras breves y pronunciadas en voz baja, pero que la noche hacía muy claras, distinguí un timbre de voz que me impresionó. ¡Andrés! grité. Hubo un momento de silencio. ¡Andrés! grité de nuevo.

No coló el disimulo; porque Nieves, aunque no le miraba de frente, le pescó el fogonazo en la cara y la sacudida que le había precedido. No lo decía por tanto repuso a buena cuenta y por si había dado en blando la pregunta.

A medida que el sol declinaba, ascendía la tormenta pesada y amenazante, hasta que llegó un momento en que tomó vuelo, avanzó resueltamente sobre el sol enviándole una avanzada de nubes que lo velaron un poco, mientras el grueso de la tempestad proyectaba a lo lejos negras sombras que se disipaban a trechos cada vez que, del seno de las nubes, partía el repentino fogonazo de un relámpago cuya luz se mostraba por grandes claros en las sombras del suelo a la manera de los que se abren en los camalotes o en las algas que cubren aguas tranquilas cuando se arroja sobre ellos una piedra.

266 Pero no aguardaron más y se apiaron en montón; como a perro cimarrón me rodiaron entre tantos; ya me encomendé a los santos, y eché mano a mi facón. 267 Y ya vide el fogonazo de un tiro de garabina, mas quiso la suerte indina de aquel maula, que me errase, y ahi no más lo levantase lo mesmo que una sardina.

Primero se vio hacia la parte de los cerros, ocupados por los liberales, el humo de un fogonazo que rastreó como una nubecilla, y sonó un estampido: luego se oyó otro, y luego muchos más, hasta quedar las colinas cubiertas de un nublado espeso que tardaba largo rato en disiparse, mientras las cavidades de los montes devolvían en ecos temblorosos y roncos el tronar de la artillería.

La noche era sombría y fresca, y el condenado, encontrándose en la misma dirección que la escampavía de Massareo, que tiraba del lado opuesto, había podido aproximarse sin ser visto, ya que el fogonazo de las andanadas no iluminaba más que el casco del navío sobre el cual tiraban.