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Es notable que, aun cuando no parece que el arsénico tenga influencia sobre las facultades intelectuales, provoque una monomanía angustiosa, una tendencia al suicidio por preocupaciones inquietas y llenas de angustia, el suicidio lipemaníaco: estos fenómenos están acompañados de ansiedad precordial, de palpitaciones, de sensacion de constriccion en el corazon, de un estado venoso, de estancacion venosa, en fin, en las vísceras, que se propaga al encéfalo.

Empezó a comer con apetito la sopa fría, echando miradas indagatorias e inquietas a su señora tía, que evitaba el mirarle... por no romper... «Debo contenerme pensaba ella , hasta que coma... Y parece que tiene ganitas...». A ratos el joven daba hondos suspiros mirando a su tía, cual si deseara tener una explicación con ella.

Bien podían verlo: caballo nuevo. ¡Ojalá lo que ocurría dentro de la barraca pudiera arreglarse tan fácilmente! Sus trigos, altos y verdes, formaban como un lago de inquietas ondas al bordo del camino; la alfalfa mostrábase lozana, con un perfume que hizo dilatarse las narices del caballo.

Tan preocupado estaba con sus tierras, que apenas si se fijó en la curiosidad de los vecinos. Asomando las inquietas cabezas por entre los cañares ó tendidos sobre el vientre en los ribazos, le contemplaban hombres, chicuelos y hasta mujeres de las inmediatas barracas. Batiste no hacía caso de ellos. Era la curiosidad, la expectación hostil que inspiran siempre los recién llegados.

No obstante, lejos de decir explícitamente «aceptamos», todos, y el primero el alcalde, dirigieron sus miradas inquietas á un rincón de la sala donde estaba sentado un viejo con calzón corto remendado, montera bajo la cual asomaban, entrecanos y nada limpios, dos mechones de pelos, uno sobre cada sien y de un palmo de largos, según la antigua moda, chaqueta al hombro y un garrote chamuscado con el que hacía garabatos sobre el polvo del suelo fingiéndose distraído.

Un ala se volvía azul; otra, encarnada... Eran pequeñas banderas, á cientos, á miles, que se estremecían día y noche con la tibia brisa impregnada de sol, con el huracán acuoso de las mañanas pálidas, con el frío mordiente de las noches interminables. La lluvia había lavado y relavado sus colores, debilitándolos. Las telas, inquietas, tenían sus bordes roídos por la humedad.

En el centro del patio, o refrescaba el ambiente un surtidor que caía en roja taza de bruñido jaspe, o se levantaba gran pirámide de tiestos, formando compacta masa de flores y verdura. Las libélulas y las inquietas mariposas revoloteaban en torno, y las avispas y las abejas zumbaban buscando miel.

Deslizábanse rápidas todas ellas, entre saludos y sonrisas, para sumirse, más allá de las mamparas de cristales, en un mar de luz en el que nadaban los colores de inquietas banderas.

El monstruo verdoso conservaba aún el armado testuz al otro lado del Marne, pero su cola empezaba á contraer los anillos con ondulaciones inquietas. Después de cerrar la noche continuó el repliegue de las tropas. El cañoneo parecía aproximarse. Algunos truenos sonaban tan inmediatos, que hacían temblar los vidrios de las ventanas.

Son almas inquietas y ardientes que viven de contradecir, y que á su vez necesitan contradiccion: cuando no la hay, cesa la pugna; y si se empeñan en comprenderla, bien pronto se fastidian cuando notan que léjos de habérselas con un enemigo resuelto á pelear, se ceban en quien se ha entregado como víctima en las aras de una verbosidad importuna.