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Al pasar junto al sitio donde Juan estaba escondido, Diana decía en son de burla: Te digo que has observado una conducta deplorable, lo cual es de extrañar en ti, que eres tan reservada generalmente. Has bailado tres veces con Huberto Martholl y flirteado con él toda la noche. ¡Vamos, confiesa que te gusta!

eres muy reservada; no quieres hacerme confidencias; disimulas tu juego. Vamos a ver, confiesa de una vez que te ha hecho la corte. Si te has apercibido, es inútil preguntármelo. Me gustaría saber en qué punto está ese flirt trascendental, y si Huberto te agrada. Ciertamente que me agrada; pero no lo conozco bastante para tener un sentimiento definitivo hacia él.

A la ventura, á la desesperada. ¿Y no os inspira confianza la manera respetuosa con que os trato? Respetuosa y reservada, por ejemplo, no me habéis dicho quiénes eran los dos grandes señores que habéis conocido. ¿Y por qué no? Eran el conde de Olivares y el duque de Uceda. ¿Y cómo? ¿por qué habéis conocido á esos caballeros? Terciaron en mi disputa con el palafrenero.

Para pasar del palacio a la iglesia, donde los Quiñones poseían tribuna reservada, existía un puente o corredor cerrado, más pequeño, pero semejante al que los obispos tienen sobre la travesía de Santa Bárbara. Por la viva claridad que dejaba pasar la rendija de un balcón entreabierto advertíase que los dueños de la casa no estaban aún entregados al descanso.

¿Qué mujer honrada, y que nunca ha amado, no ama al padre de sus hijos? exclamó en un sublime arranque Margarita, arrojándose á los brazos del rey. Y levantándose de repente, añadió: Y no te lo he dicho; no se lo he dicho á nadie, no, y me he mostrado siempre contigo reservada y fría porque... mi orgullo de mujer ha estado continuamente ofendido al verme pospuesta á un favorito.

Otra vez al entrar á la hora acostumbrada en la glorieta de la fuente á llenar su herrada le encontró allí dentro sentado sobre el banco de piedra. Corriendo dió la vuelta á casa sin llenar la herrada. De estos recelos y sobresaltos no daba cuenta á nadie. Era la zagala reservada y valerosa, y por otra parte imaginaba que si Nolo se enteraba podría buscar quimera al minero.

Por otra parte, esta primera presunción venía corroborada por la semejanza que le habían hecho notar la Fleurota y aun la misma señora Liénard, y de la cual también se había él vagamente percatado. Simón tenía, como él, azules los ojos, castaños los cabellos y la fisonomía seria y reservada.

De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada.

Concluida la polka, las parejas se deshicieron: las mozas, después de sacudirse las polleras para quitarles la tierra, tomaron asiento y comenzaron a torcer sus pañuelos, a sacarse mentiras o a alisarse el jopo, para dar ocupación a las manos, que ociosas les incomodaban, mientras los mozos volvían sonrientes a nuestras filas, de donde el bastonero los sacaba de uno a uno, para hacerles probar de cierta caña con cáscara de naranja, que tenía reservada para los preferidos.

Era la frialdad que se esparce entre los compañeros de un día cuando se acerca la hora de la separación y cada uno se va por su lado para no verse más. Las palabras pendían tristemente, como pedazos de hielo, sin levantar eco en su caída. A cada vuelta de las ruedas, la imponente señora era más reservada y silenciosa. Todo lo había dicho.