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Esta carta la entregué al práctico Guzman, y habiendo conchabado dos indios ladinos, acompañaron por tierra al dicho práctico, y por las señales que les dimos vinieron en conocimiento donde estaba el barco, y de su distancia, que serian 12 leguas.

No había entusiasmo ni embriaguez revolucionaria, ni amenazas. La República entraba para cubrir la vacante del Trono, como por disposición testamentaria. No la acompañaron las brutalidades, pero tampoco las victorias. Diríase que había venido de la botica tras la receta del médico. Se le aceptaba como un brebaje de ignorado sabor, del cual no se espera ni salud ni muerte.

Dicho sea de paso, ninguno se ha propuesto poner en claro cuál fue la cuna de tan ilustres varones; pero si tal hubiese sucedido, nada habría sacado en limpio, pues, llegando la indagación a ciertas épocas, se para como ante muro de piedra o cortadura de monte, sin que se pueda averiguar lo que hay de cierto sobre que el primer Tumbaga fuese uno de los que acompañaron a Túbal en su venida a España.

Este acontecimiento obligó al jefe que defendia la ciudad, el mariscal de campo Don Juan Manuel Cajigal, á retirarse á Guayana; y entre los oficiales que lo acompañaron, Francisco Tomás Morales y José Tomás Bóves, adquirieron despues gran celebridad, lanzándose desde aquel momento, al frente de una division de caballeria, á recorrer en medio de mil azares las llanuras de Carácas.

Los pitos, la campana de proa, el discorde concierto de mil voces humanas, mezcladas con el rechinar de los motones; el crujido de los cabos, el trapeo de las velas azotando los palos antes de henchirse impelidas por el viento, todos estos variados sones acompañaron los primeros pasos del colosal navío.

Cargaron con tanta violencia y multitud aquel pequeño trozo, que se componia de solos 40 hombres, que no bastó el valor para la resistencia, y cediendo al mayor número y á la fuerza, fué preciso pensar en la retirada, en que hubieran perecido todos por el desórden son que la egecutaron, á no haber salido á sostenerlos la compañia de granaderos milicianos, no pudiendo evitar perdiese la vida en la refriega D. Francisco Revilla, y dos granaderos que le acompañaron en su desgraciada suerte: pues aunque despues salió Flores con mayor número de gente, sirvió poco su diligencia, por haber entrado la noche.

En su grande alegría no veía en aquello más que un suceso muy feliz, sin detenerse á considerar los sucesos que posteriormente se podían derivar de aquella llegada. Algunas ideas vagas acompañaron tan sólo aquel sentimiento expansivo y desinteresado. El sería un joven de posición. ¿Cómo no? Sin discurrir en el medio, Clara pensó en un cambio de suerte. A su mente vino la idea del matrimonio.

1 Y después que cesó el alboroto, llamando Pablo a los discípulos, habiéndoles exhortado y abrazado, se despidió, y salió para ir a Macedonia. 4 Y le acompañaron hasta Asia, Sópater de Pyrro, bereense, y los tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo. 5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

Con igual facilidad se adaptó el soldado español a la guerra indígena. Los pasos de los ríos, las lagunas infinitas, las lluvias torrenciales, la dificultad de conservar la pólvora, hicieron cada vez más escasas las armas de fuego. La lanza, la espada y la rodela acompañaron al conquistador en sus expediciones de tierra adentro.

Se presentó también el dueño del boliche con el rifle americano, entregándolo solemnemente á su compatriota como si le confiase toda su familia. Aprovechó don Carlos este alejamiento momentáneo de Robledo, y saltando sobre su caballo lo hizo salir á todo galope, sin prestar atención á los gritos que acompañaron su fuga.