United States or British Indian Ocean Territory ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Que se vaya! ¡que se vaya! repitió la joven con más fuerza. Háblele usted por el agujero de la llave. No hay otro medio dijo la esposa del fisiólogo empujando a Timoteo.

Cogí, sin embargo, una pluma y un gran pliego de papel presumiendo que se llenaría con los títulos de las luminosas obras que habría publicado durante su vida el célebre literato don Timoteo. Yo hice empezó una oda a la Continencia... ya la conocerá usted... allí hay algunos versecillos. Continencia dije yo repitiendo. Adelante.

Mario y Carlota habían desaparecido, no corporalmente, pero en espíritu. Timoteo gemía y se lamentaba amargamente, por conducto de su violín, de que la niña menor de Sánchez se hubiese vuelto de espaldas y hablase tan animadamente con la señá Rafaela, sin cuidarse para nada del Día de sol ni de su intérprete.

2 A Timoteo, verdadero hijo en la fe: gracia, misericordia y paz de Dios nuestro Padre, y del Cristo Jesús, Señor nuestro. 6 de lo cual apartándose algunos, se desviaron a vanidad de palabras; 7 queriendo ser maestros de la ley, sin entender ni lo que hablan, ni de donde lo afirman. 8 Sabemos que la ley es buena, si se usa de ella legítimamente;

Yo venía con intención de hablar con usted, señora... pero ya no puedo hablar... ¡no puedo hablar! profirió con creciente agitación. D.ª Carolina le contempló un instante con sonrisa maliciosa y dijo al cabo: Pues yo voy a decirle a usted lo que usted tenía que decirme a . Timoteo la miró estupefacto.

Don Timoteo saludaba por aquí, por allá; enviaba una sonrisita, hacía un movimiento de cintura, un retroceso, media vuelta, vuelta entera, etc., tanto que otra diosa no pudo menos de decir á su vecina, al amparo del abanico: ¡Chica, que filadelfio está el tío! ¡Mia que paese un fantoche! Despues, llegaron los novios, acompañados de doña Victorina y toda la comitiva.

A Timoteo es a quien le arden las orejas... Diga usted, ¿cómo no han estado ustedes esta tarde en la Castellana? Eso cuénteselo usted a mamá. ¿A mi, niña? exclamó vivamente doña Carolina. ¿Qué estás ahí diciendo? ¿No sabes que tienes padre? Y volviéndose hacía Romadonga: Pantaleón no ha querido que hoy fuésemos a paseo, sin duda temiendo a la humedad por lo mucho que ha llovido estos días.

D.ª Carolina volvió de nuevo su fisonomía condescendiente hacia Timoteo, dibujándose en ella otra dulce sonrisa. , hija mía, . Es una cosa seria lo que tiene que decirte. Abre. Ni seria ni risueña: no quiero oír nada repuso Presentación. Que se vaya. D.ª Carolina sonrió nuevamente y apretó la mano del violinista.

Mas he aquí que un día, al bajarse Timoteo para recoger un corcho que se había caído al suelo, vio don Pantaleón en su cuello una mancha encarnada que al punto le pareció de carácter herpético. Nada dijo por entonces. Procuró con maña cerciorarse. Pronto logró averiguar que Timoteo, en efecto, padecía de herpetismo.

¡Enaguas! replicó la joven con el acento más despreciativo que pudo hallar. ¡Vamos, debe usted tener los ojos en el cogote para confundir enaguas con chambras! Timoteo quedó anonadado. Apenas pudo murmurar algunas frases de excusa. Y he aquí por qué el violín se quejaba tan amargamente hacía poco tiempo, por qué arrastraba las notas de un modo tan lamentable.