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Las trompetas y tambores que imitaban las cuerdas, ya tirantes, ya flojas, le hicieron a Reyes ponerse en el caso del rey mártir; y se acordó de la frase del confesor: «Nieto de San Luis, sube al cielo». Lo había leído en Thiers en la traducción de Miñano. Muy a su placer se sintió enternecido.

Los seis síndicos de Valencia, segun escribe uno de ellos llamado Montaner, trageron cincuenta de acaballo consigo y trompetas, atabales y menestriles.

¡Nombre de Dios!... ¡Qué empaque! dijo detrás del abogado un oficial joven, admirando la serenidad de Freya. Al llegar junto al poste, alguien leyó un breve documento: el extracto de la sentencia, tres líneas, para hacerla saber que la justicia iba á cumplirse. Lo único que la molestó de esta rápida notificación fué el temor de que cesasen las trompetas y los tambores.

Ella quiere descargarse De la culpa, que le es puesta, Y en este caso allanarse, Y por razones mostrarse Quan con razón los molesta. Y así sepan los mortales, Que sintiendo ella esta injuria Haze cortes generales, Con trompetas y atabales Se van pregonando á furia.

22 Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti; y todo artífice de cualquier oficio, no será más hallado en ti; y voz de muela no será más en ti oído;

Entonces todo quedó en silencio profundo, como si aquella masa de gente, tan ruidosa poco antes, hubiese perdido de pronto la facultad de respirar. El alcalde hizo la seña; sonaron los clarines, que, como harán las trompetas el día del último juicio, produjeron un levantamiento general, y entonces, como por magia, se abrió la ancha puerta del toril, situada enfrente del palco de la autoridad.

Murió un árabe de la tribu de Setoc, y la viuda, por nombre Almona, persona muy devota, anunció el dia y la hora que se habia do tirar al fuego, al son da atambores y trompetas.

Se corrieron toros en el barrio del Duque. En 20 de Agosto pregonóse la limpieza de la ciudad con trompetas á caballo. Prodújose un alboroto en el Cabildo de la ciudad y fué la causa el haberse recibido una carta de Gibraltar dando á la de Sevilla el tratamiento de merced.

El padre disimula su dolor, y llama á su hijo segundo. Con la muerte de tu hermano Das más fuerza á tu razón. Como caballero honrado, Hizo eterna su alabanza; Ve á pagarle en la venganza El ejemplo que te ha dado. El joven embraza su lanza; suenan de nuevo las trompetas; la Infanta tiembla, y pronto ve Arias á su hijo segundo muerto también como el primero. DON DIEGO ORDÓ

Sonaron los atambores, llenó el aire el son de las trompetas, temblaba debajo de los pies la tierra; estaban suspensos los corazones de la mirante turba, temiendo unos y esperando otros el bueno o el mal suceso de aquel caso.