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No es dijo el Cojuelo traje turquesco; que es la usanza húngara, como ha sido rey de Hungría: que es Ferdinando de Austria, cesáreo emperador de Alemania y rey de Romanos, y la emperatriz su esposa María, serenísima infanta de Castilla, que hasta los demonios volviéndose a don Cleofás celebramos sus grandezas.

Jueves á quinze, dia del Corpus, se hizo la procesion general del Santissimo Sacramento... Por la tarde se representaron los autos de los Carros á la puerta de Palacio, asistiendo sus Magestades y Altezas á vellos en una ventana baja, que está junto á la puerta principal: y el Príncipe de Gales, por gozar mejor de la vista de la Infanta, no estuvo en ventana, sino en un coche con el Duque de Boquingam y otros caballeros, cerradas algo las cortinas frontero del tablado y de la ventana de Sus Magestades, donde pudo gozarlo todo

En el centro esta la Infanta Margarita, que representa cuatro o cinco años, ricamente vestida, en actitud de tomar un búcaro de agua que le presenta en actitud respetuosa, viniendo de la izquierda, la graciosa doña María Agustina Sarmiento.

Todas estas grandes circunstancias, reunidas con el poderío de sus padres, hacian de Doña Juana uno de esos partidos mas aventajados para cualquier jóven príncipe de Europa. Estas mismas circunstancias la constituian en una infanta acreedora á ser idolatrada, aun por los que no tuviera el placer y el honor de admirarla.

Si fuera infanta, como ya has oído, Tuvieran entredicho mis seis puntos, Y pulsaran mis dedos sin ruido. ¿Madre, cómo podrá la que está asida A sus inclinaciones, salir de ellas, Y ajustarse á una regla muy fruncida? Miro que allí las bellas no son bellas, Y que tienen las gracias cercenadas, Y con monjil los rostros de sus huellas.

La primera una duquesa, la segunda una infanta, ¡la tercera ella! Luego aquel singular deseo de retratarla en el traje de la primera noche, ¿no hacía presumir con fundamento que era viva la impresión que había producido en el Duque? Comenzaron las sesiones en uno de los gabinetes del piso principal. Los tres primeros días asistieron a la sesión doña Paula, Gonzalo y Cecilia.

Entáblase después entre Rodrigo y el Conde un diálogo breve y rápido, copiado exactamente por Corneille; aléjanse peleando, y el Conde grita detrás de la escena: ¡Soy vencido! Rodrigo reaparece, huyendo de la persecución de las gentes del Conde, á quienes detiene la Infanta. El Rey promete á Ximena su protección, y que Rodrigo será preso.

El egregio poeta Gil Vicente había compuesto un auto alegórico y mitológico para celebrar la boda de la Infanta y desearle toda ventura en su viaje a los Estados de su esposo. El auto se representó en palacio con gran lujo y primor en los adornos y vestimentas de cuantos farsantes figuraron en él.

Después de argumentar ambos sobre la justicia y la necesidad de la sentencia de Enrique, el Rey da á éste la carta de la Infanta, copiada más arriba, y le dice: me diste el consejo; parte luego, Y á la Condesa quitarás la vida, Para que aquesta noche seas esposo De la Infanta mi hija.

Pero si yo no os pregunto nada de eso; si no quiero saber nada de eso dijo doña Clara. Sabéis que os he visto así, doña Clara, tamañita, cuando érais de la cámara de la infanta doña Catalina. Que os he seguido paso á paso, cuando os hicísteis mozuela, y después cuando fuísteis moza, hasta ahora que sois la dama de las damas. A propósito, se murmura que os nombran dama de honor.