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13 Su hueste, con los contados de ellos, cincuenta y nueve mil trescientos. 14 Y la tribu de Gad; y el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Reuel. 16 Todos los contados en el ejército de Rubén, ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta, por sus escuadrones; irán los segundos.

18 Luego comenzó a marchar la bandera del campamento de Rubén por sus escuadrones; y Elisur, hijo de Sedeur, era sobre su ejército. 19 Y sobre el ejército de la tribu de los hijos de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai. 20 Y sobre el ejército de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Deuel. 23 Y sobre el ejército de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur.

7 De la tribu de Simeón, doce mil señalados. De la tribu de Leví, doce mil señalados. De la tribu de Isacar, doce mil señalados. 8 De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la tribu de José, doce mil señalados. De la tribu de Benjamín, doce mil señalados.

1 Pero los hijos de Israel cometieron prevaricación en el anatema; porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira del SE

27 Y de la tribu de los hijos de Aser, el príncipe Ahiud hijo de Selomi. 28 Y de la tribu de los hijos de Neftalí, el príncipe Pedael hijo de Amiud. 29 Estos [son] a los que mandó el SE

Para ellos, una buena moza de treinta y cinco años es una vieja, y un hombre digno de ser amado debe tener veinte años cuando más. Sólo admiran la existencia en capullo, como en tiempos de la vida de tribu... Y eso cuando en Europa cada año que pasa hace retroceder hasta los confines de la vejez el límite de la edad amorosa. Balzac haría reír hoy con su novela La mujer de treinta años.

Corte á poco de los emires que gobernaban la España en nombre de los califas de Damasco, no tardó en recibir animacion y vida de las gloriosas espediciones militares dirigidas contra las fronteras de las Galias; mas no tardó tampoco en estar amenazada por esas funestas guerras de tribu á tribu que socavaron desde un principio los cimientos de este nuevo imperio sujeto á las banderas del Profeta.

Como a Ulises, aquellos perros le atacarían si le vieran; pero Eumaios, el fiel servidor, no acudiría en su auxilio... ¡Qué habría sido de Ulises Reyes! ¿Por qué habría salido de allí? ¡Quién sabe! Tal vez esos chiquillos, que parecen hijos del estiércol, como lombrices de tierra, son parientes míos.... Son de mi tribu acaso».

63 Y a los hijos de Merari, por sus linajes, de la tribu de Rubén, y de la tribu de Gad, y de la tribu de Zabulón, se dieron por suerte doce ciudades. 64 Y dieron los hijos de Israel a los levitas ciudades con sus ejidos.

El jefe de la tribu daba órdenes y propinas; la señora, alta, carnuda, majestuosa, con el talle algo deformado por la maternidad, leía la guía de ferrocarriles a través de sus lentes de oro. Cerca de ella tres jóvenes elegantes, las hijas, y dos igualmente adornadas, pero de mayor edad: las cuñadas del señor.