United States or Democratic Republic of the Congo ? Vote for the TOP Country of the Week !


; es preciso estar siempre sobre las tablas, Gabriel; fingiendo y enredando. Esto es muy triste. Pues lord Gray no disimula. ¿Eres amigo de lord Gray? , y me lo ha contado todo.

Dentro de la carta de la tía Pepa venía una tira de papel, en la cual escribió Andrés, con aquella su letra torpe y desgarbada: «Para que chupes. Ya eres grandecito, y ya te gustarán los buenos puros. Decía mi amo que un puro bien revoleado disimula la arranquera». Entonces no me gustaba el tabaco. Ricardo se fumó todos los puros.

Miró á Castro una vez más, como á un enemigo astuto que disimula su pensamiento, y se aventuró á hacer una pregunta: Y mi parienta la de Delille, ¿cómo juega? Atilio fijó los ojos en él sin malicia alguna, extrañándose del interés que mostraba por la duquesa; pero no pudo hablar, pues se le adelantó Lewis. Odiaba á las mujeres, especialmente en la mesa de juego.

Llegan por fin al último piso, ante una puerta detrás de la cual déjase oír una vaga música; la señora Bouzine recobra el aliento, y luego llama. Una criada, bastante sucia, introduce a las visitantes en un saloncito poco amueblado y cuyo moderno estilo disimula mal la pobreza. LEA. Oye, mamá... ¿Por qué no nos marchamos...? ¡Volveríamos otro día...!

Por lo común, una de las causas de que se hable y se murmure es el propio deseo del galán, quien suele desear que se diga lo que es y aun lo que no es, y a veces finge que disimula con tan contraria habilidad, que más bien descubre o hace sospechar misterios y aun venturas que quizá no ha logrado.

GILBERTO. Acepto; pero por nada, ¿me entiendes? Por nada... La señora Grelou entra en el establecimiento del doctor Sinclar; enseña su tarjeta de abono y permanece algunos minutos en una cabina; esta mujer es todavía deseable, aunque disimula sus cuarenta y cinco primaveras. Las piernas de la señora Grelou son famosas por su contorno.

«-Lo primero ha de saber que en la Corte hay siempre el más necio y el más sabio, más rico y más pobre, y los extremos de todas las cosas; que disimula los malos y esconde los buenos, y que en ella hay unos géneros de gentes como yo, que no se les conoce raíz ni mueble, ni otra cepa de la que descienden los tales.

Este pedazo de arrebozo lo disimula todo. Desarrebozóse y hallé que debajo de la sotana traía gran bulto.

Bien, bien dijo D. Diego. ¡Por vida del diablo! ¿Te he hecho mal, hijo mío? No, padre dijo D. Fadrique. Está visto: yo necesitaba hoy de doble acompañamiento para bailar. Hombre, disimula. ¿Por qué eres tonto? ¿Qué repugnancia podías tener, si la casaca te va que ni pintada, y el bolero clásico y de buena escuela es un baile muy señor? Estas damas me perdonarán. ¿No es verdad?

¿Qué estás diciendo? Lo que oyes. Ya lo sabía; pero a me hacía falta oírlo de tus propios labios. Pues no lo oirás. Ya lo he oído. Por Dios, disimula. Ahora, Gabriel, alza la vista y di: «¡Qué terrible grieta se ha abierto en el techo!». ¿Con que no te quiero yo? ¿Sabes que no lo había advertido? Y en tanto tiempo ¿qué has hecho ? ¿Has estado en el sitio de Zaragoza?