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Hasta los ladrones se conmueven con sus lamentos: llevan al mal herido á una caverna, en donde recobra la vida, merced á los asiduos cuidados de su amada. Los reyes de Aragón y de Castilla se declaran mientras tanto la guerra, pidiendo el uno su hijo y el otro su hija.

Y hay otro cambio súbito en la naturaleza, y tierra y cielos mudan de color como por encanto, y la mar vuelve á aparecer, y las estrellas se ocultan, y el sol recobra su soberanía con gran contentamiento de nuestros corazones, apenados un punto al ver vencido tan glorioso y potente astro por el más débil y mezquino de los mil que alimenta y vivifica su bienhechora llama...... Valencia, 1860.

Al mismo tiempo recobra su padre la vista milagrosamente, y con dolorosa alegría es testigo de los últimos momentos de su hijo.

BEAUVALLON. ¿Y obtienes buenos resultados...? LA CHOUTE. ¡Desde luego...! Durante algunos días borro las arrugas, revoco las fachadas y fabrico juventudes. Después, la edad recobra sus derechos; la cliente vuelve. ¡Qué demonio! Yo no puedo luchar mucho contra el tiempo. Llega siempre un momento en que las viejas son viejas.

Nuestros puertos del extremo Norte, Dunkerque, Boulogne, Dieppe, azotados por los vientos y corrientes de la Mancha, son también una fábrica de hombres que los hace y rehace. Aquel gran soplo y aquel gran mar, en su eterno combate, basta para resucitar á los muertos: y en efecto, allí se operan renacimientos inesperados. El que no tiene lesión grave se recobra en un instante.

Cuando recobra el uso de sus sentidos, surge en el corazón de su amante una terrible lucha entre su primera pasión y sus recientes votos, pero al fin vencen los últimos. Lucrecia, obligada á renunciar á sus esperanzas, se aleja de allí con el alma desgarrada.

En otros tiempos, debajo de la primera ciudad que bañaba, el río no era otra cosa, hasta el océano, sino un gran canal de inmundicias; en nuestros días recobra la belleza de los tiempos antiguos. Los edificios de las ciudades y los arcos de los puentes, que durante siglos no se han reflejado más que sobre turbias ondas, empiezan ahora á mirarse en un espejo transparente. #El río#

Licinio ha muerto por mandato de Constantino, en castigo de una persecución á los cristianos que ha promovido, y se acuerda poner el cadáver en presencia de las tres cruces, porque será la verdadera la que lo resucite. Se hace la prueba, y apenas toca á Licinio el santo símbolo, recobra el muerto la vida, y las primeras palabras que pronuncia declaran la divinidad de Jesucristo.

Entre el confuso tropel de carruajes pasa una carretela donde lleva un matador a sus peones: en el pescante el criado muestra con orgullo los estoques y el lío de capotes, los diestros sonríen serenos, el sol arranca destellos a los bordados de las chaquetillas, la escolta de granujas forcejea por subirse a la trasera, y al desaparecer el coche deja tras un murmullo de admiración jamás inspirada por los hombres que mejor sirvieron a la patria... Luego cesan poco a poco el cascabeleo y los trallazos, hacia la Puerta de Alcalá se divisa una larga fila de simones que vuelven con el se alquila puesto, y la calle recobra su aspecto normal.

El calor de las nuevas impresiones le hace hervir un instante, y luego gradualmente recobra la inmobilidad de la masa inerte. En él las cosas de quilate se sepultan, y solo sobrenadan cañas huecas y espumajos.